El naufragio de Güiria: venezolanos sin derechos

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Por: Karina Monsalve

En 1950 la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) proclamó el 10 de diciembre como Día Internacional de los Derechos Humanos como un llamado a todos los países para el cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Hacerle honor a los derechos humanos en nuestro país debe ser un trabajo de todos los días en todos los ámbitos de la sociedad. En teoría, el respeto de los derechos humanos debe garantizar la integridad física, psíquica y emocional de los individuos. Lamentablemente en la práctica y con mucho dolor vemos constantemente como esto no se cumple de ninguna manera. La tragedia de los náufragos de Güiria es el crudo reflejo del padecimiento humano, personas desesperadas, capaces de arriesgarlo todo con tal de salir de un país que no les garantizó ningún tipo de seguridad y que vieron vulnerados todos sus derechos, desde el más elemental como lo es el derecho a la vida.

Ante este horror, no se puede silenciar la voz de quienes velamos por la salud mental de los ciudadanos que vivimos en un país caracterizado por el caos. ¿Qué grado de desesperación psicológica y emocional debe tener alguien para tomar la decisión de lanzarse al mar, para huir de las injusticias y carencias de su propio país?

El impacto de las constantes violaciones de los derechos humanos puede verse desde el punto de vista psicológico, desde tres perspectivas: la crisis, el trauma y el duelo. Como generadora de crisis o de experiencias estresantes y extremas, estas violaciones pueden analizarse como situaciones límites que ponen en tensión todos nuestros recursos personales rebasándolos en el intento de hacerle frente a la situación. Como trauma, estos eventos pueden verse como la herida que supone una fractura en la vida de la gente y como duelo el sentimiento de pérdida tanto de la dignidad como literalmente de los seres queridos por causas antinaturales.


En teoría, el respeto de los derechos humanos debe garantizar la integridad física, psíquica y emocional de los individuos. Lamentablemente en la práctica y con mucho dolor vemos constantemente como esto no se cumple de ninguna manera. La tragedia de los náufragos de Güiria es el crudo reflejo del padecimiento humano, personas desesperadas, capaces de arriesgarlo todo con tal de salir de un país que no les garantizó ningún tipo de seguridad y que vieron vulnerados todos sus derechos

Karina Monsalve

Las consecuencias de las violaciones de derechos humanos van más allá de lo personal, ya que involucra una estructura social y es desde allí que debe entenderse en su contexto, dependiendo también de la respuesta del Estado, el nivel de impunidad, las amenazas a las víctimas o el grado de apoyo social o institucional con el que se cuente. Sin embargo, en nuestro país teniendo una estructura social que está construida sobre la opresión, la fuerza, la amenaza y la imposición, tácitamente se vulneran los aspectos fundamentales de la dignidad humana. De allí su gravedad y el empeño de nosotros como sociedad en hacer valer en la práctica cotidiana la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Aun cuando todos en este país hemos podido encontrar víctimas de violaciones de derechos humanos, que han podido superar el estigma y tienen una gran capacidad de crecimiento y solidaridad, en general, los hechos traumáticos los ha impactado provocando una visión menos benevolente del mundo. El impacto a nivel colectivo también deja su huella psicológica y emocional en la sociedad.

Las violaciones de derechos humanos marcan la vida de las personas afectadas, pero una cosa es reconocer esta dimensión de ruptura y otra considerar a la persona afectada sin recursos o convertir esa experiencia en un estigma (torturados, desplazados, violados, etc,). Eso debe cambiar. De allí también la importancia del apoyo psicosocial y de la intervención oportuna para afrontar el problema.

Entre los principales modos de afrontamiento está la regulación de las emociones de las personas afectadas y proteger su autoestima. El afrontamiento de la situación puede ser positivo o negativo dependiendo del contexto, la percepción de la persona y sus características, por ello es crucial el acompañamiento de la víctima.  

Los psicólogos y las asociaciones profesionales tenemos un papel fundamental en la protección de los derechos humanos.

  • Trabajar en la prevención de las violaciones de los derechos humanos.
  • Proporcionar un apoyo emocional frente al miedo, la angustia o el impacto de las amenazas por la denuncia, o de las gestiones judiciales.
  • Acompañar el proceso más allá de los momentos difíciles o que generan una mayor atención, proporcionando un seguimiento cuando sea necesario.
  • Fortalecer la resiliencia de las víctimas.
  • Promover el cumplimiento de las condiciones adecuadas de vida y por sobre todo: 
  • Sentenciar y denunciar de manera firme los atropellos y las violaciones que se dan diariamente en nuestro país. 
  • Y no dejar a ninguna víctima,  “psicológicamente” a la deriva.

KARINA MONSALVE | @karinakarinammq

Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.

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