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lunes, 17 junio, 2024

Diáspora emprendedora | Venezuela: la carrera de fondo

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Para quienes corremos, existen situaciones que fácilmente convertimos en una metáfora basada en los entrenamientos y competencias. Es en esos momentos de trivialidades y angustias, cuando la frase “la vida es una carrera de fondo, y no de velocidad”, toma sentido.

Cuando hablamos de carreras de fondo, nos referimos a la resistencia, al aguante, a la capacidad de distribuir nuestra fuerza y energía por un período largo de tiempo. Se trata de rendir para poder llegar a la meta completamente ilesos, cansados pero dispuestos a enfrentar más retos. Es la sutil cohesión entre la paciencia y la firmeza de la zancada, esa que no se detiene, y nos permite avanzar.

Los venezolanos hemos ido aprendiendo y aceptando que es mejor hacer las cosas bien. Que no vale la pena hacer por hacer, que lo realmente importante es asegurarnos la victoria antes de dejarnos vencer por la impaciencia, y la ansiedad.

Sin embargo no podemos mentir, todos nos preguntamos en medio del camino: ¿cuánto falta?, ¿cuánto más tengo que soportar?, contamos las horas para que la pesadilla se acabe… otros a kilómetros de distancia sueñan con el regreso.

Todas estas emociones nos embriagan, nos pasean entre picos de realidad y fantasía. Momentos en los que nos sentimos empoderados, y otros en los que pensamos que nada va a cambiar.

Estoy como todos, repleta de preguntas inciertas, pero intento no dejarme arrastrar por los manejos de tiempos y soluciones absolutas. Soy una venezolana más, que también ha sido diáspora, y que ha vivido en varias oportunidades las dos caras de la moneda.

Estoy convencida de que estemos donde estemos, somos actualmente testigos de un momento único. Somos parte desde nuestras acciones del problema, o de la solución…nosotros elegimos.

Ser embajadores de Venezuela en el mundo es una gran responsabilidad, seguir en el país es todo un reto de supervivencia. Cualquiera que sea la situación, siempre dependerá de nosotros decidir formar parte de este cambio.

Considero que somos necesarios en todos los escenarios. Lo que se ha logrado desde la diáspora, marca un antes y un después, nos define y eso está bien. No queremos volver a la Venezuela del pasado, queremos el país que estamos construyendo, que incluye nuestros aprendizajes, la diáspora que se quedará en otras latitudes, y los que regresarán con múltiples vivencias y conocimientos.

Cada persona es libre de tomar la decisión que crea correcta respecto a su vida, cada persona tiene una escala de valores, necesidades y límites. Pero algo que sí es importante, es que estemos donde estemos nos sintamos útiles, y trabajemos con pasión y con los objetivos claros.

La vida no es blanco o negro, la vida tiene matices, una escala de grises que tenemos que aprender a sortear, una suma constante de cambios. En la vida nos tocará hacerle frente a la maldad, esa que nos cuesta creer que existe. Una maldad sin límites, calculadora, libre de absolución, que nos sorprende en el camino y nos sacude la estabilidad.

En ese punto, cuando nos han hecho mucho daño con verdadera intención, resulta fácil justificar nuestras malas acciones, basados en la sed de “justicia”. Es tentador responder de la misma manera, pagar con la misma moneda, devolver todo ese mal y, si se puede, con acciones más crueles y calculadas.

Pero una vez superado el subidón de energía, una vez que nos damos cuenta que nosotros también tenemos un lado oscuro que puede ser muy perverso, y que no nos deja la sensación de bienestar que esperábamos, entendemos que no vale la pena seguir ese camino, que continuar corriendo enfocados en la meta resulta más satisfactorio y saludable a corto, mediano y largo plazo.

No vale responder al mal, con más maldad. El que es adicto a dañar solo está esperando que te conviertas en eso…que te retires de la carrera, que te desvíes de tu meta.

El verdadero antídoto para hacerle frente a quienes obran con maldad, es no rendirse. Aprender y resurgir… salir adelante, construyendo una nueva realidad, llena de experiencias y madurez.

Así es con todo en la vida. Desgraciadamente existen millones de Voldemort sueltos, que se disfrazan de cualquier cosa…hasta de gobierno. Pero no olvidemos que Harry logró vencerlo, con valentía librando muchas pequeñas y grandes batallas, compuestas de decisiones tomadas desde la bondad y el amor.

Sigamos corriendo esta carrera de fondo, que sin duda es más mental que física. No se trata de correr más rápido, sino de hacerlo de forma constante, para luego disfrutar la victoria en la meta.

¡Vamos Bien!

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