De la ingenuidad a la bobería

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Por: Gloria Cuenca

Es probable que los contradictorios lectores sientan el título del artículo como algo fuera de lo común. En efecto, lo es. Ser ingenuo es bastante raro en este mundo complejo y lleno de paradojas. Tristemente es así. Ser bobo/a es mucho peor que ingenuo; sin embargo, —aun cuando usted no se haya dado cuenta— es un estado común entre las personas que creen de buena fe en la revolución socialista, marxista leninista, o como quieran llamarla.

Ante la arremetida de los comunistas, los ultraizquierdistas y demás istas de ese mismo sentir en todo el planeta, no he hecho sino reflexionar sobre este problema. He aquí mis conclusiones, después de mirar al pasado, recordar la joven ingenua y creyente de la revolución que fui, enloquecida por unos ideales que no eran tales, pero en los que creí de manera ingenua, completamente, hasta llegar a la bobería.

En diversos escritos he señalado cómo, para ser comunista, hay que estar en un estado mental particular (no me atrevo a decir lo que creo, realmente). Lo primero que debe llamarnos la atención, en este sentido es, ¿Cuál es la razón para que alguien común y corriente se crea predestinado para transformar y cambiar el mundo? ¿Quién le otorga ese poder? ¿Cómo es eso de cambiar al humano y hacer un hombre nuevo? Allí empieza la locura.

Es posible tocar el cielo con las manos, decían los maoístas. No era una simple metáfora, se trataba de eso, de creer que se podía tocar el cielo. ¿Cómo? Al hacer la revolución en un salto adelante, caerían las amarras, la miseria desaparecía y se llega al paraíso. ¿Lo creerían ustedes hoy? Por supuesto que no, nadie en su sano juicio se creería esa locura. No importa quien lo dijera, ni lo que hubiera hecho. El caldo de cultivo de esa postura es el resentimiento. Sea este social, emocional, existencial, o todos los anteriores. Un ejemplo contrario el de nuestro Libertador. Tuvo todas las razones para ser un resentido emocional, y no lo fue. Es el hombre más trascendental del siglo XIX, declarado así.

Si se leen las cartas y escritos del Libertador Simón Bolívar encontraremos un político, un estadista, un visionario, nunca un loco. Todos sus discursos y proclamas sirvieron de apoyo a la gesta heroica. Expresaba claramente que el camino era la lucha, por eso se le llamó el hombre de las dificultades. Todos los momentos que tuvo que pasar hasta llegar al triunfo completo son evidencia de su genialidad. Mientras que, los comunistas, ateos, convictos y confesos, pretenden que los revolucionarios se transformen en héroes todos, para tocar el cielo con las manos y hacer la revolución. Solo un loco o un bobo se puede creer esto, a estas alturas de la historia; después del fin de la Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín, la transformación de China de comunista a capitalista salvaje; del desastre de Cuba, 63 años después de haber tomado el poder; de los partidos comunistas de Europa desaparecidos y especialmente, la ruina de nuestro país.

Como si esto fuera poco, está el rollo con los Estados Unidos de América. ¿Cómo es esto? Nadie los entiende. Odian a lo que llaman el imperio, pero no pueden ver un dólar; y, a nuestro país, de moneda estable y sólida, lo transformaron en un pobre país que vive y muere por los dólares. Ya sé la cantaleta, las sanciones. Si, como no, nosotros sabemos cómo fue eso. Aun cuando parezca mentira, los pobres creyentes de buena fe, no los enchufados y corruptos, sino aquellos que creen de verdad en los postulados de la tal revolución, juran y perjuran que todo es culpa del imperio maluco, pero al que ellos aman. Incoherentes, ¿Verdad?

Si, contradictorios lectores y amables seguidores, es un problema el resentimiento. Vale la pena hacer un auto análisis para darse cuenta ¿se es, o no resentido? Decisiones tomadas a partir de esa situación bastante confusa y desproporcionada, son siempre malas. Ni hablar de cuestiones personales, políticas y sociales. ¡Atención! a trabajar con uno/a mismo/a y evitar caer en ese pozo terrible de la amargura y el resentimiento.

GLORIA CUENCA | @editorialgloria

Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela.

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