Maracaibo.- Maracaibo, la capital del estado Zulia, cumple este viernes 8 de septiembre 494 años. Su gente la percibe irreverente y resiliente ante los embates de la crisis en Venezuela que no la doblegan. Quienes hoy la habitan le regalarían un lago sano, un sistema eléctrico eficiente y mucho amor.
A Ángel Villasmil, un zapatero de 70 años, le inquieta que el lago de Maracaibo esté contaminado y maloliente por el verdín y los derrames petroleros. “Si yo tuviera plata, yo le regalaría, yo me preocuparía más por sanear el lago de Maracaibo, eso está pero lo que se llama podrío, podrío. No sé por qué no le han meti’o mano”, dijo Villasmil, con el acento marcado de los marabinos.
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El hombre, que tiene 40 años como zapatero en la céntrica y popular plaza Baralt, dijo que desconoce la alianza que hicieron los gobiernos nacional, regional y municipal para sanear el estuario marabino, el más grande de Sudamérica. Villasmil solo sabe que al acercarse al lago, que le queda a menos de un kilómetro de su trabajo, el olor es nauseabundo y le entristece ver la manta verde que lo contamina.
Por su parte, la periodista Marlene Nava, cronista de Maracaibo, desearía regalarle a la ciudad un nuevo sistema eléctrico para que se acaben los racionamientos que duran hasta 4 horas cada día. Porque esta ciudad, que tiene una temperatura promedio de 39 grados y que alberga cerca de 1,6 millones de habitantes, es una de las más golpeadas por los cortes de luz.
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“Le regalaría un sistema integral de luz eléctrica para que no se vaya más nunca. Yo siento que es una de las cosas más patéticas. La peor carencia que nosotros hemos tenido es la de la electricidad”, dijo la profesora universitaria, jubilada, de 78 años.
Para el ingeniero petrolero Oswaldo Gutiérrez a Maracaibo le hace falta amor para embellecer su urbanismo y adecuarlo a las necesidades de los discapacitados y las personas de la tercera edad.
“Yo le regalaría mucho amor, sobre todo en lo urbanístico, que la ciudad tenga rampas para los adultos mayores y para los discapacitados”, dijo el pensionado de 72 años.
Pese a las carencias de la ciudad y de su gente, la profesora Nava rescata el ímpetu de Maracaibo y de su gente por salir adelante. “La vocación autonómica está en la memoria del colectivo y eso le da una gran fortaleza al pueblo. Eso lo llaman resiliencia, que es la capacidad de utilizar los obstáculos para enriquecerse, crecer y volver a empezar. Yo creo que nosotros tenemos mucho de eso”, aseguró desde su casa, en el sector Santa Lucía.
Descartó que la manera jocosa y chistosa con la que el marabino expresa sus calamidades, sea conformismo. “El chiste es un instrumento que el maracucho tiene para relacionarse con la gente, con su realidad, con sus problemas y con todo. Cuando usas el doble sentido de la palabra para reclamar, para protestar y criticar está presente un elemento de lucha”.
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