Maracaibo.- «Seamos misericordiosos, porque si el amor en Dios termina en nosotros mismos, la fe se seca. Asumamos ser misericordiosos en la Venezuela de hoy».
La petición la hizo el sacerdote Eduardo Ortigoza, rector de la Universidad Cecilio Acosta, quien celebró, la tarde del domingo 24 de abril, la eucaristía por el 25 aniversario de la procesión de Jesús de la Misericordia en Maracaibo, estado Zulia.
«Debemos pensar en nuestro compromiso de qué vamos a dejar a las nuevas generaciones. ¿Una sociedad divida, llena de odio, de egoísmo? ¿Una sociedad que se está destruyendo, como sucede en otras partes del mundo y en Venezuela? Hoy es necesario que nos convirtamos en profetas y apóstoles de la Misericordia», insistió Ortigoza ante cientos de fieles en la plazoleta de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, donde se ofició la misa.
«La Misericordia nos llama a llenar a nuestras ciudades y pueblos de servicios sanitarios para todos, especialmente para los más necesitados; comedores para los que tienen hambre; espacios de acogida para los migrantes; escuela para los niños, programa de asistencia a los encarcelados. No vivamos una fe a medias», agregó el presbítero al finalizar la homilía.
En la eucaristía estuvieron presentes autoridades regionales como el gobernador de Zulia, Manuel Rosales, y el alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez.
La misa inició a las 5:30 pm, minutos después de que llegara a la plazoleta de la Basílica la imagen de Jesús de la Misericordia, que se trasladó en procesión desde la Iglesia de la Consolación.
Cientos de fieles vestidos con franelas blancas, algunos descalzos para pagar promesas, acompañaron el recorrido de unos cuatro kilómetros. «Esto significa mucho para los creyentes, porque después de la pandemia tenemos el privilegio de ver el reencuentro de María con su hijo», dijo Angélica Ocando, 42 años.
Jesús de la Misericordia y la Virgen de Chiquinquirá se reencontraron frente a la Basílica. La Virgen, cargada por los Servidores de María, y Jesús, por los Caballeros de la Misericordia. En ese momento, lleno de fe, soltaron papelillos y globos plateados volaron al cielo. Los feligreses aplaudieron emotivos por el encuentro de la Madre María con su hijo.
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