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miércoles, 26 junio, 2024

La libertad, lo que monseñor Roberto Lückert quería para Venezuela

El arzobispo emérito de Coro, monseñor Roberto Lückert, murió el domingo 16 de junio en Maracaibo. Su familia y representantes de la Iglesia resaltan su valentía en la defensa de los más vulnerables, la libertad, la democracia y la fe

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Maracaibo.- El arzobispo emérito de Coro, monseñor Roberto Luckert, añoraba una Venezuela libre, justa y en paz, donde sus ciudadanos vivan en fraternidad, los abuelos no queden solos por la migración y se garanticen los derechos humanos. 

“Él sufría mucho por el país. Él quería libertad para Venezuela. Siempre fue defensor de que las cosas fueran como hace mucho tiempo, cuando la gente se podía expresar, tener acceso a la educación, a los alimentos y a la salud. Le dolía mucho el tema migratorio y cómo los abuelitos se quedaron solos y una pensión no alcanza para comprar medicinas ni alimentos. Es lo agobiaba mucho, incluso en los últimos días”, contó el lunes 17 de junio la sobrina de monseñor, Laura Lückert, en los actos velatorios de los restos del sacerdote.

Zulia | Muere monseñor Roberto Lückert, un defensor de la democracia

Ese anhelo de libertad para Venezuela también lo conocía el arzobispo de Maracaibo, monseñor José Luis Azuaje. “Él quería para Venezuela la paz, la libertad y vivir en fraternidad, todos como hermanos”, aseguró antes de oficiar la misa de cuerpo presente en la basílica de la Chiquinquirá.

El obispo de Maracaibo dijo además que el mayor legado de Lückert fue su amor por el prójimo, por la Virgen de Chiquinquirá, la Virgen de Guadalupe y por la tierra venezolana para que cada uno aportara lo mejor de sí.

Azuaje recordó que el sacerdote zuliano mantenía una entrega generosa con las comunidades más necesitadas y vulnerables a través de la Iglesia. “Visitaba a los encarcelados, a los presos políticos. Aunque muchas veces lo dejaban en la calle, a él no le importaba, él se relacionaba con sus familiares”.

Nacido en Maracaibo el 9 de diciembre de 1939, Lückert era el mayor de 8 hermanos y el 14 de agosto cumpliría 58 años de ordenación sacerdotal. Fue párroco rector de la Basílica Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, obispo de Cabimas, primer arzobispo de la Arquidiócesis de Coro y el primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.

Monseñor Lückert, de 83 años, murió el domingo 16 de junio en Maracaibo, estado Zulia, luego de permanecer 19 días recluido en la Unidad de Cuidados Intensivos por complicaciones de salud por el Covid-19

Un legado imborrable

Familiares, representante de la Iglesia católica, feligreses y autoridades gubernamentales se reunieron el lunes 17 en las exequias de monseñor Lückert, cuyos restos fueron trasladados en procesión desde la Catedral de Maracaibo hasta la Basílica Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, donde los presentes resaltaron la valentía y la lucha del sacerdote por las causas justas.

“Fue un padre y excelente pastor, un defensor de la dignidad de las personas, siempre denunció los abusos a los derechos humanos. Es un ícono de zulianidad, un ejemplo para nosotros los sacerdotes que vamos siguiendo su huella, también de valentía y profetismo”, aseguró el padre y párroco de la iglesia Santa Inés, José Domingo Alvarado, para quien Lückert fue una influencia en su decisión de servir a Dios.

Los dirigentes políticos también destacaron el legado del sacerdote zuliano. “Su trabajo en la promoción de la justicia social y su labor en favor de los más necesitados lo convirtieron en un faro de esperanza para muchos”, afirmó el gobernador de Zulia, Manuel Rosales, quien decretó tres días de duelo por el fallecimiento del obispo.

El alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez, valoró que era un hombre honesto y sincero. “El país necesita muchos Roberto Lückert para defender con firmeza sus convicciones a pesar de las adversidades y los riesgos que implicaba”, dijo.

Lückert fue un duro crítico a los gobiernos del fallecido Hugo Chávez y de Nicolás Maduro. Rechazó públicamente el socialismo, la reelección indefinida del Presidente de la República, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos. Decía que los gobernantes estaban sordos porque no escuchaban al pueblo.

La Conferencia Episcopal Venezolana recordó en un comunicado que el legado que deja son las causas que defendió con valentía: los pobres, la democracia y la fe.

Su familia sabía que fue un defensor de la justicia y que, aunque a veces le pedían que callara por temor, él no lo hacía, recordó su sobrina Laura Lückert. “No le tenía miedo a nadie y decía que no se podía callar si veía que algo estaba mal, sin importar cargos. Él decía que no podía ser un perro mudo”.

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