Barquisimeto.- Al cierre de 2019 las importaciones podrían desplazar la producción nacional de calzado que solía cubrir el 80% del mercado, pero cayó a 50% a partir del segundo semestre de este año.
«La importación como tal no es dañina, pero es contradictorio que a la industria nacional se le cobren más impuestos, como el de grandes patrimonios, mientras que la importación está exenta de impuestos y aranceles», declaró el presidente de la Cámara Venezolana del Calzado y Componentes, Luigi Pisella.
La industria nacional opera al 10% de su capacidad instalada, advirtió. En los últimos 20 años, el número de fábricas se redujo de 500 a 180 y se perdieron más de 43.000 fuentes de empleo.
“Generábamos setenta mil empleos, actualmente tenemos cerca de veintisiete mil trabajadores”, sostuvo.
Zapaterías se reinventan o cierran
Según Pisella la disminución del poder adquisitivo y la hiperinflación han representado la quiebra para las ventas de calzado. “El comercio ha tenido que cerrar cerca del treinta por ciento de sus negocios”, dijo.
Para registrar más ingresos las zapaterías han diversificado su oferta. Pisella señaló que cada vez es más común que encontrar en estas tiendas víveres y otros artículos de primera necesidad.
En el centro de Barquisimeto, la capital del estado Lara, los establecimientos tienen exhibiciones de sandalias o zapatos deportivos justo al lado de paquetes de harina, arroz, pasta o papel higiénico.
«Nos reinventamos o cerramos», dijo a El Pitazo la encargada de una zapatería ubicada en la avenida 20 de Barquisimeto que prefirió reservar su identidad. La tienda que administra pasó de vender entre 15 y 20 zapatos diarios a solo tres o cuatro debido a los descuentos y promociones que tienen disponibles para atraer clientela.
Un par de zapatos de uso diario cuesta entre Bs. 400.000 y Bs. 600.000.
La crisis del sector también ha impactado sobre las tenerías. Edgar Fernández, propietario de una tenería en el caserío Padre Diego del municipio Iribarren, contó que los fabricantes de calzado han recurrido al trueque para adquirir materiales para la producción como las pieles de cuero.
“Me toca recibir sandalias y venderlas también para tener bolívares”, precisó.
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