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domingo, 28 abril, 2024

Arepas de chócolo salen de las manos de venezolanos emprendedores en Colombia

En la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado que se celebra este 27 de septiembre, Gerardo Boscán y Carlos Muñoz ponen rostro a la migración venezolana. Los zulianos contaron a El Pitazo cómo pasaron de ir casa por casa para vender productos de un tercero a elaborar sus propias arepas de chócolo y crear su propia marca: Alimentos mi favorita

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Los venezolanos Gerardo Boscán, de 36 años, y Carlos Muñoz, de 26, decidieron salir adelante en La Ceja, Colombia, al ofrecerle a sus habitantes arepas de chócolo, un producto artesanal que ellos mismos elaboran y entregan casa por casa.

Gerardo, comunicador social graduado en la Universidad del Zulia, decidió emigrar a Colombia en 2018 y se estableció en La Ceja, Antioquía, puesto que su hermana menor vivía allí junto a su esposo.

El venezolano cuenta que desde que llegó a ese país intentó ejercer su profesión, pero debido a su estatus irregular se le dificultó encontrar un empleo estable. «Logré publicar algunos artículos en un medio llamado El Colombiano y me pagaron bien, pero aun así no me funcionaba», explicó a El Pitazo.

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«Por medio de mi hermana y mi cuñado conseguí el contacto de una chica que elaboraba algo que acá conocen como arepas de chócolo, lo cual es una especie de maíz con un grano más grande» contó.

Según Boscán, los habitantes de Antioquia son grandes consumidores de arepas de chócolo, de mote y otras variaciones, por lo que decidió comenzar a vender casa por casa paquetes de arepas. «Estuve dos meses vendiendo en las mañanas y en las tardes, logrando vender entre 12 y 20 paquetes por tanda».

Nace una sociedad

Carlos, abogado graduado en la Universidad Rafael Belloso Chacin (Urbe), llegó a La Ceja tras haber pasado un año trabajando en Lima, Perú. El venezolano destacó que no logró conseguir empleos referentes a su profesión, por lo que reunió dinero al trabajar en un restaurante.

«La muchacha que fabricaba las arepas aun necesitaba alguien que las vendiera por lo que Gerardo y yo llegamos a un acuerdo con ella. Logramos hacer una buena clientela, porque él conocía la zona y yo ayudé agregar a más clientes. Salíamos caminando desde las 4:00 pm hasta las 9:00 pm tocando puertas y ofreciendo paquetes de cinco arepas que vendemos en 4.000 pesos«, explicó.

El venezolano cuenta que en julio de 2019 la proveedora decidió venderles los derechos del negocio, lo que incluía dos cocinas, planchas grandes, espátulas, molino y la receta de las arepas, formando así Alimentos mi favorita.

Tras haber adquirido los derechos del negocio, los venezolanos le dieron una imagen empresarial y continuaron vendiendo casa por casa las arepas que ahora ellos elaboraban y en un lapso de dos meses lograron pagarle a la proveedora.

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«Vendíamos entre 30 y 35 paquetes diarios y por dos meses estuvimos trabajando incluso los domingos para poder pagarle a la muchacha lo más pronto posible. Teníamos un lapso de tres meses para cancelar en su totalidad los derechos y logramos hacerlo en dos», cuenta.

Como migrantes forzosos venezolanos no la han tenido fácil, al igual que más de 5 millones de personas que han huido del país desde 2013, y a quienes la iglesia católica llama a proteger e integrar en los países receptores durante la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que celebra este domingo 27 de septiembre, bajo el lema “Como Jesucristo, obligados a huir”

Sin embargo, actualmente Gerardo y Carlos cuentan con una marca propia en Colombia (@AlimentosMiFavorita), que recibe pedidos y de la que se puede obtener información sobre sus productos. A su vez, poseen una lista de clientes y personas que se encargan de vender sus productos en otras regiones de Colombia.

Miles de venezolanos en las zonas más desconectadas del país visitan El Pitazo para conseguir información indispensable en su día a día. Para ellos somos la única fuente de noticias verificadas y sin parcialidades políticas.

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