Caracas.- Juan Carlos Moreno está hecho para el Carnaval. Es migrante venezolano, radicado en Brasil, y este 18 de febrero cumplió uno de sus grandes sueños: bailar en un sambódromo del país que le dio cobijo desde 2018.
El joven, de 37 años, es oriundo del estado Monagas y desde siempre sintió inclinación por esta fiesta, que es una de las más importantes en el oriente del país.
Desde que migró a Brasil añoraba los desfiles que en la ciudad de Maturín duran cuatro días y que, hasta el año 2020, poco antes de que se declarara la pandemia del COVID-19, atravesaban toda la avenida Bolívar, una de las más largas de la ciudad capital.
Volvió el Carnaval de Brasil: las carrozas y disfraces más llamativos
Siempre confeccionó trajes de fantasía y durante siete años consecutivos ganó el primer lugar en la categoría Mejor traje adulto femenino. Una experiencia que extrañó desde que decidió buscar un mejor porvenir fuera de Venezuela.
Una casualidad lo llevó al sambódromo de Manaos
Aunque es un apasionado por el baile y desde que llegó a Brasil comenzó a practicar samba, Juan Carlos Moreno confesó que nunca estuvo en sus planes participar en el desfile de Carnaval en Manaos, estado Amazonas de Brasil.
Recibió una llamada el viernes antes del desfile. Le preguntaron si él podía suplantar a uno de los bailarines de la escuela de samba «Vila da Barra», que por algunos inconvenientes no podría asistir.
«Un amigo que veía mis bailes en las redes sociales me recomendó y fue ahí cuando surgió la oportunidad, pero nunca estuvo previsto. De inmediato dije que sí, porque realmente el Carnaval siempre me ha apasionado», confesó en una entrevista telefónica con El Pitazo.
Juan Carlos Moreno fue una de las 600 personas que integraron la fantasía «Ratanaba, el antiguo secreto de Amazonía» y que desfiló en el sambódromo de la ciudad, que tiene una capacidad para 100 mil personas. Él formó parte de los siete sambistas que estaban en la carroza principal, de 15 metros de altura, aproximadamente.
«Sentí mucho miedo al principio, primero de no saber bailar y luego cuando tuve que montarme en la carroza, porque usaron una grúa y sentí temor por la altura y porque además tenía que moverme al ritmo de la música, que era tocada en vivo», reveló.
«Desde el momento en que se abre el portón y que la carroza entra al sambódromo sientes una energía increíble, ahí se me olvidó todo y disfruté y di lo mejor de mí. Es un sueño cumplido», agregó Moreno.
A diferencia de los Carnavales que se celebran en Venezuela, Moreno destaca el respeto que los brasileños sienten por esta celebración. «Los asistentes son meros espectadores, pero con una gran energía que te la transmiten desde los asientos donde se encuentran y hay tres jurados que evalúan carisma, música y ritmo. Todos debemos estar coordinados y el desfile no debe ser más de una hora», cuenta.
Juan Carlos Moreno es licenciado en Lengua y Literatura y actualmente da clases de español en una escuela en Manaos. Sin embargo, no descarta en un futuro seguir explorando el ritmo de la samba y llegar a participar en los desfiles de São Paulo o Río de Janeiro.
«Siempre ha sido mi sueño, de hecho, como amante del Carnaval, mi gran sueño es ir a verlos en Río de Janeiro, quién sabe y un día Dios me permita vivirlo, pero, si surge la posibilidad, no lo dudaría un instante».
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