Por Rubén Vásquez (*)
Caracas. Al llegar a otros países, los venezolanos tienen la intención de trabajar y generar ingresos que les permitan costear sus gastos y ayudar a sus familiares que permanecen en Venezuela. Sin embargo, son muchas las trabas para desempeñar un cargo, pues no cuentan con los papeles en regla, a pesar de tener la experiencia.
Esta situación la vivió Marile Guevara, una venezolana que en 2007 emigró a México escapando de la crisis que afecta a Venezuela. Tras varios intentos fallidos de mantener un trabajo decidió lanzar su propio emprendimiento: Los Chamos Restaurante (@los_chamos), con el que lleva los sabores de la comida venezolana a Ciudad de México.
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En una entrevista para El Pitazo, Guevara contó que su negocio nació con el objetivo de no depender de otra persona, sino de ella misma. Además, se valió de la añoranza de la comida criolla por parte de los venezolanos que iban llegando al país.
“Vimos la posibilidad de abrir un negocio de comida porque había muy pocos locales de comida venezolana en ese entonces (…) Los Chamos está en el mercado desde hace 8 años, desde el 26 de mayo de 2014. El nombre surgió porque queríamos que fuera algo muy venezolano, que no hubiera forma de que no dijeras que era venezolano. Entonces, la idea del nombre fue realmente de mi hija, la menor”, expresó.
Para elaborar su menú, Guevara recrea los platos que ella extraña de Venezuela, pues busca conectar con sus clientes sobre la variedad de sabores que ofrece su tierra. Por eso, la carta la conforman platos como arepas y empanadas con diversos rellenos; cachapas, cachitos, tequeños, pepitos y perros calientes, entre otros.
Además, con el inicio de la Navidad, la venezolana incorpora a su carta el clásico pan de jamón, las hallacas y el ponche crema, platos con los que ha tenido éxito en la capital mexicana.
Comer sabroso
Muy lejos del mundo de la gastronomía, Marile Guevara se dedicó por varios años a la docencia en la ciudad de Caracas, en Venezuela. En la escuela donde trabajaba se comenzó a discutir el tema de los cambios que se aplicarían en la parte educativa. Sin embargo, ella no estaba de acuerdo, pues sentía que era una forma poco ética la que el Gobierno quería implementar.
“Cuando vimos que los cambios tenían que ver con el contenido de los libros de primaria, en donde comenzaron a salir personas como el Che Guevara, la Negra Matea amamantando a Simón Bolívar, o Fidel Castro, y ese tipo de tonterías, fue cuando dije que eso no era lo que quería, que no me gustaba a donde iba el país”.
Luego, a su esposo le salió una oferta de trabajo en Ciudad de México, la cual no rechazó. Posteriormente, tras arreglar sus papeles, la familia decide establecerse en México para buscar nuevas oportunidades.
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En México, Guevara decidió abrirse caminó en el mundo de la gastronomía. “No es que tenga pasión por la comida, lo que tengo es pasión por comer, me gusta comer sabroso. No he tenido grandes estudios de cocina, pero sí la asesoría de algunos chefs muy buenos y uno de mis socios es el chef Edgar Márquez, fue director de la escuela de Sumito Estévez, y quien me dijo ‘bueno, tu cocina de casa vamos a convertirla en una cocina industrial’”, indicó.
De esta manera, Marile afirma que desde que abrió su local ha conseguido posicionarse no solo entre los venezolanos en México, sino que los mexicanos se han convertido en sus clientes frecuentes, por lo que incorporó a su menú elementos de la comida mexicana, con los que sigue cautivando a nuevos clientes.
Amor por la comida venezolana
Los Chamos se encuentra ubicado en el sur de Ciudad de México, en la calle San Antonio, 1669, de la Colonia Narvarte. Desde allí, Marile comenta que haber emprendido un negocio de comida significó para ella todo un reto, al mismo tiempo se muestra agradecida con el país que le abrió las puertas a sus familiares y a ella para salir adelante.
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“Me gustaría que Los Chamos fuera una propuesta de comida fácil y rápida, lo que pasa es que la comida venezolana no es tan económica como la mexicana y eso a veces cuesta, pero me gustaría que tuviéramos varias sucursales, en las que la gente viniera a comer unas empanadas, arepas o unos cachitos”, expresa.
Antes de finalizar, comparte un mensaje sobre su experiencia como migrante y emprendedora venezolana: “Lo más difícil de emprender es conseguir lo que te gusta o a lo que te quieres dedicar. Redescubrirte como persona. Aquí te puedes reinventar, hacer cosas que ya no imaginabas que podías hacer, es una maravilla, porque te descubres, conoces otras facetas, no le tienes miedo al qué dirán, porque al fin de cuentas, aquí nadie te conoce”, puntualizó.
(*) Programa de Formación Nuevos Periodistas
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