Caracas. El crimen de la venezolana Lizmar Hernández Farías, a manos de su empleador, debe llevar a los migrantes que buscan trabajo en Perú a indagar sobre las referencias personales de los futuros empleadores.
Es una de las recomendaciones que hace Oscar Pérez, presidente de la ONG Unión Venezolana en Perú, luego de que medios locales revelaron que el presunto asesino acosaba a la joven de 27 años, quien se había negado a tener una relación sentimental con él, de acuerdo con las primeras investigaciones policiales.
“Siempre es necesario tomar precauciones al buscar un empleo”, señala Pérez a El Pitazo. Entre ellas, recomienda indagar sobre la reputación del empleador cuando se trata de un trabajo para un particular, como fue el caso de Hernández.
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“Así como el empleador exige referencias laborales, también las personas que buscan trabajo deben averiguar acerca de la trayectoria personal del empleador para conocer sus características y las de su familia”, indica Pérez.
El presidente de la ONG Unión Venezolana en Perú desaconseja además residenciarse en el lugar de trabajo. En el caso de las mujeres, tampoco recomienda acudir solas a la entrevista de trabajo ni permitir que se realice en restaurantes u otros lugares públicos.
“Si la persona se siente acosada por su empleador es recomendable abandonar de inmediato el trabajo”, indica Pérez, quien aconseja además realizar la denuncia ante las autoridades competentes.
Recordó también que en la página web de la Superintendencia Nacional de Aduanas (Sunat) de Perú puede verificarse el estado de la compañía empleadora, en caso de optar a un trabajo en una empresa.
Tras deplorar el crimen de Lizmar Hernández y exigir justicia a las autoridades peruanas, el presidente de la ONG Unión Venezolana en Perú desestimó que el asesinato de la joven forme parte de una escalada de homicidios de venezolanos en ese país andino.
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Lizmar Carolina Hernández Farías fue hallada muerta el pasado 30 de diciembre por las autoridades policiales de Lima. Su cuerpo fue encontrado en una quebrada en Canta, una localidad al noreste de Lima, con un tiro en la cabeza.
La joven venezolana vivía en la casa de su empleador, Rafael Villegas Peña, de 72 años, principal sospechoso del crimen, donde prestaba servicios domésticos desde agosto de 2019.
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