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domingo, 5 mayo, 2024

No se arregló, pero mejoró: migrantes terminan quedándose en Venezuela

Sarai Quintero y Jissette Belmonte regresaron a Venezuela, tras haber emigrado a Perú. Estuvieron cinco años lejos de la familia, Este 2023 volvieron para visitar a sus seres queridos y renovar sus documentos de identidad. Sin planificarlo, decidieron quedarse. Afirman que se sienten en casa y vieron oportunidades que no percibían cuando salieron de sus fronteras

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Caracas.- Más de siete millones de venezolanos se encuentran esparcidos por el mundo, impulsados por la situación económica, política y social del país. Sin embargo, algunos regresaron, ya sea por vacaciones o para realizar algún trámite, y no pudieron evitar tomar una decisión inesperada: quedarse en su terruño.

Sarai Quintero, de 33 años, emigró a Perú en 2018 cuando en Venezuela estaba acentuada la escasez de alimentos y medicinas, por lo que quiso buscar nuevas oportunidades lejos de su país natal.

A comienzos de 2023, decidió regresar a Venezuela por tres meses para renovar el pasaporte y la cédula de identidad, pero esos meses se convirtieron en su nuevo día a día.

«Me causó impacto llegar a Venezuela y darme cuenta de que aquí las cosas habían avanzado muchísimo, de que está muchísimo mejor; no se arregló, pero mejoró. Bajándome de ese avión ya yo estaba encantada con Venezuela», dijo Quintero a El Pitazo.

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La caraqueña logró renovar su pasaporte y su cédula de identidad en 15 días, por lo que el resto de su tiempo previsto en Venezuela lo usó para reunirse con sus seres queridos, pero con el paso de los días surgió un sentimiento de comodidad y felicidad que la llevó a tomar la decisión de quedarse.

«Hoy por hoy, no volvería a Perú. Saldría del país por motivos turísticos, pero no volvería a vivir a Perú otra vez», afirmó.

Durante su estadía en Perú, desempeñó diversos trabajos y ejerció la enfermería, una profesión en la que se había graduado antes de emigrar. Asegura que logró costear el alquiler, ahorrar y viajar.

«Hay mucha calidad de vida, claro que sí. En mi caso, estaba muy cómoda, porque no tengo hijos, no tengo ningún tipo de responsabilidad y el dinero que me ganaba me alcanzaba para mucho, tanto así que podía viajar. Podía viajar fuera de Lima, conocí muchas cosas, porque tenía un buen trabajo siendo enfermera particular«, contó Quintero.

Le ocurrió lo contrario antes de emigrar, cuando su salario de enfermera no le permitía mantenerse. «Llegó un momento en el que la situación de Venezuela me agarró del cuello. Me sentía demasiado presionada. Sin pensarlo tanto me fui a Perú, porque mi madre se encontraba allá».

Pese a que Perú le brindó muchas oportunidades, asegura que la Venezuela de 2018 es distinta a la que encontró ahora. Eso le permitió superar las dudas. Siente que ahora los venezolanos utilizan más los avances tecnológicos, hay más opciones de transporte privado y la economía se rige por el uso de dólares americanos.

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«Con un trabajo de enfermera en Venezuela no soy millonaria, pero tampoco me quejo del pago, porque me permite desenvolverme. A pesar de que uno aquí esté pasando por una situación difícil, o que 100 dólares me duren poco, estoy bien porque estoy con mi familia. No fue fácil quedarme, pero sé que tengo la oportunidad de hacer muchas cosas», aseguró.

«Aquí me siento en paz»

Jissette Belmonte, de 37 años, también tomó la decisión de quedarse en Venezuela. Llegó desde Lima, Perú, a comienzos de año para tomarse un descanso de su rutina y visitar a sus seres queridos. Sin embargo, a nivel emocional se sintió tan bien que se quedó en su país natal.

«Aquí me siento en paz, tranquila. No hay ese estrés y ese agotamiento físico y mental. En Perú se trabaja bastante y tienes esa carga emocional de estar solo, de querer saber cómo está tu familia y no saber si te dicen la verdad o una mentira. Mentalmente, me agotaba muchísimo estar lejos de ellos. Cuando regreso a Venezuela, fue un cambio radical», dijo Belmonte a El Pitazo.

La mujer también emigró en 2018 impulsada por el estrés. Cuenta que la situación de Venezuela le causaba ansiedad y eso comenzó a afectar su salud, por lo que tomó la decisión de irse a otro país. Buscaba tranquilidad y la posibilidad de independizarse.

«El estrés me estaba haciendo mucho daño. Tuve un ACV y eso me hizo tomar conciencia, así que preferí irme del país. Ya mi trabajo no me permitía cubrir mis responsabilidades».

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La venezolana logró independizarse y establecerse profesionalmente, pero al extrañar a su familia optó por planificar una visita a Venezuela.

«Quería visitar a mi familia. Durante los cinco años que estuve en Perú perdí a mi abuelo y eso me afectó muchísimo, así que no quería pasar más tiempo sin ver a mi familia, por lo que decidí venir a Venezuela».

«Vine a visitar a mi familia, renovar energías, renovar mis papeles, todo eso era el propósito. Ya voy a cumplir cinco meses desde que volví y estoy muy cómoda, quiero continuar acá. Tengo un trabajo con el que he podido solventar muchas cosas», añadió Belmonte.

A pesar de que tomó la decisión de quedarse de forma definitiva en Venezuela, indica que hay momentos en los que se le cruza por la mente la idea de volver a emigrar, porque ya se había acostumbrado a su independencia, algo que aquí no ha podido conseguir desde su regreso.

«Me ayudó muchísimo haber regresado a mi espacio, a mi casa, a mi calle, a mi gente. Porque me siento tranquila, me siento libre. Haber regresado a Venezuela, a pesar del precio que tuve que pagar, que fue dejar mi independencia, ha sido una buena decisión. me siento muy bien de haber regresado», sostuvo.

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