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domingo, 5 mayo, 2024

Frontera entre EE. UU. y México continúa en calma por segundo día consecutivo

A primera hora del #13May la línea fronteriza al sureste de las ciudades de El Paso (Texas, EE. UU.) y Ciudad Juárez (Chihuahua, México) se mantenían tranquilas, sin refugiados buscando entrar en territorio estadounidense.

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La situación en la frontera entre Estados Unidos y México a la altura de El Paso, el punto por donde más migrantes han cruzado en los últimos meses, continúa tranquila por segundo día consecutivo, luego del levantamiento del Título 42, una norma que permitía las expulsiones en caliente por la pandemia del COVID-19.

A primera hora de la mañana, la línea fronteriza al sureste de las ciudades de El Paso (Texas, EE. UU.) y Ciudad Juárez (Chihuahua, México) se veía tranquila, sin refugiados buscando entrar en territorio estadounidense.

La orilla estadounidense del río Bravo, frontera natural entre ambos países, seguía reforzada por un muro de concertina, que fue levantado por la Guardia Nacional de Texas por orden del gobernador estadal, el republicano Greg Abbott.

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Solo algunas aves sobrevolaban la valla metálica de cinco metros y medio en la que hay apostados numerosos vehículos de la Patrulla Fronteriza de EE. UU. y de la Guardia Nacional, estos sin identificación, así como varios acorazados.

A la altura de la puerta 42, a unos 15 kilómetros de los núcleos urbanos de ambas ciudades, se pueden ver un par de agujeros realizados en las noches pasadas por los migrantes en los alambres de espino y que los agentes estadounidenses supervisan para reparar.

Asimismo, del lado mexicano también patrulla algún vehículo del Ejército.

En la puerta, donde la mañana de ayer las autoridades concluyeron el traslado de un millar de refugiados que se había concentrado allí en las últimas horas de la vigencia del Título 42, todavía quedan tres contenedores cargados con las pertenencias que dejaron los migrantes antes de ser transportados de los centros de detención y procesamiento.

Las autoridades de Estados Unidos dijeron el viernes que en el primer día de levantamiento del Título 42 no registraron un aumento significativo de cruces en la frontera, a diferencia de lo pronosticado.

La espera continúa en Ciudad Juárez

Juan Ángel Pavón, un venezolano de 51 años que viaja con su mujer y sus dos hijos, cuenta a EFE que lleva dos meses tras una cita con las autoridades de migración para poder cruzar la frontera.

Dice que llegó unos días antes de la tragedia ocurrida en el centro migratorio de Ciudad Juárez, desde donde se ve el lado estadounidense, y agrega que está «a la espera de un pronunciamiento oficial de los Gobiernos de México y de Estados Unidos para que haya una salida humanitaria de nosotros de este espacio».

Y mientras tanto, ya ha rellenado la aplicación de teléfono celular que ofrecen las autoridades de Estados Unidos, para comenzar el proceso de solicitud de asilo.

Asegura que todo es nerviosismo e incertidumbre, que han tardado un año en llegar hasta allí, «yendo de país en país, trabajando, reuniendo los recursos para continuar», y sufriendo robos y asaltos que los obligaron a comenzar de cero.

Lo peor del viaje, dice, fue la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, donde «desde que entras hasta que sales huele a muerto» y también México, «donde la selva es de cemento y nos hemos convertido en el negocio de mucha gente que se aprovecha de la situación».

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Migrantes en el paso esperan seguir hacia el norte

Al otro lado del puente, en El Paso, continúan migrantes en torno a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, que ya han sido procesados por la Patrulla Fronteriza, pero que no tienen dinero para seguir hacia su destino final en Estados Unidos.

El colombiano, de 31 años, Andrés Osorio, cruzó irregularmente la frontera con su mujer y su hija antes del vencimiento del Título 42. El martes, decidió entregarse voluntariamente a la Patrulla Fronteriza de El Paso y el jueves fue liberado.

Quiere viajar a Denver (Colorado), donde en 60 días deberá presentarse ante las autoridades de Inmigración para continuar su proceso.

Asegura que lo peor de su viaje fueron los dos días que pasó en las dependencias de la Patrulla Fronteriza, en una sala sin colchonetas y con la «desesperación» de no saber hasta el último momento si lo iban a deportar o a dejar quedarse en el país.

Dice que habían comprado los billetes de autobús para Denver antes de decidir entregarse a las autoridades, pero perdieron el viaje y no les han devuelto el dinero, por lo que a partir de mañana tiene previsto colocarse en una esquina del centro de El Paso. Le han dicho que a primera hora pasa gente que busca jornaleros.

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