San Cristóbal.- La liberación de Karilin Gutiérrez, su hijo Jean Gregorio Jacome Gutiérrez, de cinco años, y su esposo, Jean Carlos Jacome, fue la noche del viernes 17 de octubre. Luego de 27 días secuestrados en México, la familia logró conseguir el dinero del rescate.
Los delincuentes pidieron 3.500 dólares por cada uno; sin embargo, la familia salió de Venezuela hace siete años debido a la crisis económica y la falta de oportunidades. Pagar esa cantidad de dinero no era posible porque no lo tenían. Cruzaron la selva del Darién con la esperanza de llegar a Estados Unidos y tener un mejor futuro, especialmente para el niño.
El secuestro hizo que los familiares en Venezuela y Estados Unidos debieran encontrar el dinero por cualquier medio. La mamá de Karilin Gutiérrez hizo potazos en el estadio de Pueblo Nuevo, una vendimia e incluso pidió dinero prestado.
Esta medida desesperada de pedir dinero prestado no fue tan fácil, porque deberán pagar intereses altos por ello; sin embargo, la prioridad era garantizar la vida de los 3 tachirenses. En total pagaron 8.500 dólares, por el niño de 5 años negociaron y pudieron cancelar menos.
Salieron de México rumbo a Estados Unidos, se entregaron a las autoridades migratorias y, finalmente, pudieron llegar a donde sus familiares los estaban esperando desde semanas atrás.
El miedo es inevitable
De lo vivido por la familia de tachirenses no quieren dar detalles. Sienten temor de que puedan afectar a los demás que quedan secuestrados y que sus familias todavía no logran recolectar el dinero que deben dar.
Ni los liberados ni sus familiares en Venezuela quisieron ofrecer mayor información sobre el grupo delictivo que los tenía, sobre las situaciones que vivieron en el cautiverio, cómo fue la salida y cómo fue la llegada a Estados Unidos.
De los 22 secuestrados, 5 personas siguen en manos de los delincuentes y el resto del grupo ya ha sido liberado tras el pago del rescate, de allí el temor de dar alguna información y que esta pueda ser perjudicial para los coterráneos.
Otro caso similar
Estas tres personas son oriundas de Puente Real, en San Cristóbal, estado Táchira. Allí una vecina contó que su hija estuvo en la misma situación hace dos años cuando llegó a México.
«Ella cruzó el Darién y en México la agarraron. Nunca nos dijeron quiénes eran, se comunicaba un comandante y era el que pedía la plata. Nos dejaban hablar con ella por videollamada y todo, pero no la dejaban ver a nadie a la cara, no comía bien y siempre había amenaza de que si la familia no pagaba, no habría problema porque le quitaban los órganos», contó la mujer, que pidió reservar su identidad.
Por su hija pagó 1.800 dólares, casi la mitad de lo que pidieron por este grupo. El dinero lo transfirió a varias cuentas de Zelle y Bancolombia. Cuando la joven de 27 años fue liberada recibió amenazas para que no denunciara nada de lo vivido ni difundiera los datos que su familia recibió.
«A ella le dijeron que sabían nuestra dirección exacta y así era, se la dijeron. También que ellos conocían a la gente de migración de Estados Unidos y podían hacer que la deportaran. Lo mejor que pudimos hacer fue olvidarnos de eso«, indicó.
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