Dos venezolanas, que migraron antes de que el país cayera en la espiral hiperinflacionaria, han alcanzado el éxito en Estados Unidos. Andrea Ferrero se ha hecho un puesto en la industria musical en Estados Unidos y Dessirée Salaverría se volvió famosa por sus tortas

Andrea Ferrero y Dessirée Salaverría son dos venezolanas exitosas en Estados Unidos (EE. UU.). Emigraron hace varios años, cuando aún en el país no arreciaba la crisis económica y hoy tienen una historia de éxito que las enorgullece.

Sus historias se hicieron virales en el 2022, cuando Andrea Ferrero contó que trabajaba con Adam Sandler, el destacado actor y comediante estadounidense, y cuando Dessirée Salaverría cautivó con sus pasteles realistas en un programa transmitido por Netflix.

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En entrevista con El Pitazo, contaron cómo lograron llegar a donde están y cuáles son sus planes para 2023.

Venezolana Andrea Ferrero: “Mi plan sonaba muy loco, pero nunca lo cambié”

Andrea Ferrero tenía 9 años cuando sintió por primera vez que quería ser música. Han transcurrido 13 desde aquel momento y aquella niña que no renunció a sus sueños ahora se perfila como una guitarrista con futuro prometedor en la escena artística de Estados Unidos.

Andrea siempre estuvo segura de lo que quería ser y, aunque ella misma reconoce que a veces le parece increíble todo lo que ha logrado a su corta edad, su voz denota la confianza de quien no renuncia a la ilusión como algo vital.

Todos los domingos asistía con su familia a la iglesia La Ascensión del Señor, en Cumbres de Curumo, en Miranda, Venezuela. Fue allí cuando se sintió atraída al ver que los miembros del coro tocaban guitarra.

«Recuerdo perfectamente el momento en el que le dije a mi mamá que quería tocar con ellos. Y ahí empezó todo. Fue mi primer acercamiento con la música y lo más bonito: a través de Dios», afirma.

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Desde que era una niña, Andrea Ferrero sintió inclinación por la música, en especial por la guitarra eléctrica | Foto: Cortesía

Su pasión por la guitarra fue tal que sus padres le regalaron una en Navidad y comenzó a cultivar su talento con el apoyo de su familia; primero en academias en Caracas y luego tocando en conciertos con otros artistas en Venezuela. Todo sin dejar a un lado su preparación formal.

Migración por deseo propio

Desde ahí, la carrera de la joven caraqueña fue en ascenso y en 2017 se planteó la posibilidad de emigrar para continuar sus estudios. Tal como siempre lo soñó: en Berklee College of Music, en Boston, Massachusetts, Estados Unidos.

«Mi plan sonaba muy loco para muchas personas y era algo que sonaba inalcanzable. En ese momento no sabía cómo lo iba a hacer, ni cómo lo iba a alcanzar, pero desde que era muy pequeña yo dije ´eso es lo que quiero hacer´ y así fue», recuerda.

A pesar de que ese año se presentaron muchas oportunidades de tocar con artistas locales y recorrer Venezuela, nunca cambió de plan. Andrea sabía que ese era el paso que necesitaba dar. 


Desde pequeña dije ´eso es lo que quiero ser´ y así fue

Andrea Ferrero, venezolana en Estados Unidos

2017 fue un año turbulento para Venezuela, que entraba en una espiral de hiperinflación que obligó a muchos a migrar hacia otros países. Aunque Andrea no se siente parte de aquellos que lo hicieron por necesidad, asegura que salir del país fue una decisión clave para desarrollar su carrera.

«Audicioné de manera virtual porque mis padres no podían costear los gastos para ir a presentar una solicitud de forma presencial y tampoco costear mis estudios y pasaron algunos meses para que me llamaran. Luego, recibí un correo no solamente notificando mi admisión, sino también que había sido aceptada con una beca de matrícula completa».

Seis años han pasado desde ese momento. Y no es poco lo que ha vivido Andrea. Cuando cursaba el segundo semestre de su carrera, su apartamento en Boston se incendió y quedó sin nada. «Perdí todo lo que había traído de Venezuela, hasta mis guitarras, pero nunca dudé de lo que quería, a pesar de que fueron momentos muy duros. Mi familia fue clave en eso».

De la mano de Adam Sandler

Antes de terminar sus estudios recibió un inesperado mensaje del actor Adam Sandler, quien quedó prendado de su talento y le quería ofrecer trabajo para que le dictara clases de música a sus hijas.

Luego la invitó para hacer sus pasantías en su compañía cinematográfica Happy Madison Productions y meses después le ofreció la consultoría musical de varias películas. Una historia que se hizo viral, luego de que Andrea la compartiera en Twitter en marzo del 2022.


Ese hilo cambió muchas cosas. Cuando lo publiqué yo no tenía ninguna intención de que se hiciera viral

Andrea Ferrero, guitarrista

«Ese hilo cambió muchas cosas. Cuando lo publiqué yo no tenía ninguna intención de que se hiciera viral, ni nada por el estilo. Simplemente, mi idea era compartir mi historia y si algunas personas la veían que se inspiraran a salir adelante e ir por sus sueños», comenta ahora.

«Tener a todas esas personas tan lindas diciéndome tantas cosas fue como un impulso para mí y que era necesario, sin duda, para seguir soñando y para que no se me olvide todo lo que he recorrido y hasta dónde he llegado, para saber que hay que seguir y seguir con la misma fuerza».

Al Madison Square Garden

El año pasado, Andrea también alcanzó otros dos sueños: tocar en el festival Lollapalooza y en el Madison Square Garden de Nueva York, en el festival Jingle Ball, frente a 20.000 personas, donde compartió con varios artistas como Jax, Demi Lovato, los Backstreet Boys y Dua Lipa.

«No sé cuántas veces soñé con ese momento, pero sin duda piensas en todas las decisiones tomadas, en todo el sacrificio, en todas las tristezas y las alegrías, y te das cuenta de que todo ha valido la pena», dice.

Ahora Andrea quiere continuar y trabajar en un proyecto propio y seguir alcanzando nuevas metas. «Estar en un escenario para mí es la mejor sensación del mundo, es lo que más me gusta sentir en la vida, es sentir una energía que sólo se siente allí».

Venezolana enamoró con sus pasteles a Netflix: la inspiradora historia de Dessirée Salaverría

Si en 2004 a Dessirée Salaverría le hubieran dicho que se convertiría en una exitosa repostera a la vuelta de unos años, ella no lo habría creído. Ese año, la venezolana migró a Estados Unidos con sólo 700 dólares y ahora sus tortas son de las más solicitadas.

Dessirée se hizo famosa el año pasado, cuando fue seleccionada para ser una de las nueve concursantes del reality show de Netflix «Is It Cake?», luego de que su talento para hacer tortas realistas llamara la atención de los productores del show.


Cuando salí del país, Venezuela era otra, pero se veía lo que vendría. Migré con mucha fe

Dessirée Salaverría , repostera

La propuesta de la plataforma de streaming llegó mediante un mensaje interno, a través de la cuenta de Instagram de su emprendimiento @SugarDreams.

«Cuando recibí el mensaje no tenía idea de que se trataba de Netflix. La persona que me contactó tenía muy pocos seguidores y eso me hizo dudar, pero igual dije que sí», reconoció en una entrevista que concedió vía telefónica a El Pitazo.

«Luego, cuando vi que me llegaron a casa los pasajes de avión fue que leí: Bienvenida a Netflix, no podía creerlo, los gritos se escuchaban por todas partes. Fue realmente un regalo que Dios me dio, creo que de tanto esfuerzo», recordó.

Aunque ahora cuenta con un nutrido grupo de seguidores en Instagram y se ha convertido en una de las pasteleras latinas con más influencia, ella reconoce que para llegar a donde está el camino no fue fácil.


Llegar a Netflix fue un regalo de Dios por tanto esfuerzo

Dessirée Salaverría, repostera

De ingeniera en computación a maestra pastelera

El camino hacia el éxito de Dessirée comenzó en Barquisimeto, cuando apenas era una niña y se interesaba en ver todo lo que hacía su mamá. «Yo recuerdo que siempre andaba detrás de ella, siguiéndola, me gustaba ver todo lo que hacía en la cocina, porque lo hace riquísimo, y en sus manualidades. Creo que de allí vino mi talento», relata.

A  pesar de que tuvo esa influencia y amor por la cocina y, además, un hermano que se dedicó a las Artes Plásticas, ella estudió Ingeniería en Computación en la Universidad Fermín Toro, donde se graduó en 2004.

Ese mismo año se casó y, en la búsqueda de un mejor porvenir, decidió tomar un avión con destino a la ciudad de Miami, donde contaría con el apoyo de la familia de su pareja.

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En 2004, Dessirée Salaverría se casó y a los pocos meses emigró a Estados Unidos con el sueño de ejercer su carrera. Sin embargo, no pudo y se enfocó en conocer sus nuevos talentos | Foto: Cortesía

«Cuando salí de Venezuela, que no estaba como ahora, pero se veía lo que vendría, lo hice con mucha fe, aunque llevaba pocos recursos. Sólo lo que nos había quedado de regalo por nuestra boda», recuerda.

Tenía un título en mano, pero no pudo revalidar su carrera para ejercer lo que tanto le apasionaba: la electrónica. «Ni yo ni mi esposo pudimos revalidar la carrera porque necesitábamos 60.000 dólares en aquel momento. Entonces, buscamos otras maneras mientras tramitamos nuestro estatus migratorio».


Cuando migré de Venezuela sólo tenía 700 dólares. Muchos sueños se quedaron en el camino, pero nunca me rendí

Dessirée Salaverría, repostera

En ese interín, repartió periódicos, comenzó a trabajar en un McDonald’s, luego ingresó a una compañía más afín a su profesión. Ella ensamblaba tarjetas madre y al poco tiempo, aprendió soldadura de microcircuitos y a manejar la máquina de robótica. Así obtuvo el cargo de jefa en un departamento.

Sin embargo, la compañía se declaró en quiebra y ella fue una de las primeras trabajadoras despedidas, a pesar de que estaba embarazada de cuatro meses de su primer hijo.

Su trabajo lo compaginaba con las clases de zumba, una disciplina en la que logró certificarse y con la que hizo labor humanitaria en una iglesia a la que asistía. Al verse desempleada, comenzó a dar clases, pero una lesión en su rodilla y su avanzado estado de gestación la obligaron a retirarse.

«Fue una fractura en el menisco, tuve que parar la clase y ahí se apagó la lucecita de lo que fue zumba para mí», cuenta. Tras esa lesión, Dessirée tuvo que ser operada en cuatro ocasiones: en 2014, 2015, 2016 y 2017. En medio de los extendidos reposos, comenzó a ver programas de televisión dedicados a la pastelería.

Así llegó a ser la reconocida maestra pastelera

Aunque ya tenía cierta experiencia en la pastelería, fue tras su última cirugía que Dessirée abrió formalmente su emprendimiento virtual. Recordó que todo comenzó un día cuando buscaba a su hija en el colegio.

«Ese nombre se lo dio mi hija. Le pregunté que si me dedicaba a la pastelería qué nombre le gustaría que tuviera la tienda y ella dijo: ‘Sugar Dreams, mami'».

Desde entonces y gracias a la magia de las redes sociales, las tortas de Dessirée son un éxito. Pueden tener forma de cualquier objeto, animal, flor o instrumento musical y son tan realistas que es difícil darse cuenta de si se trata de algo comestible o no.


La primera vez que hice una torta dije que tenía experiencia, pero era mentira y la torta fue un desastre

Dessirée Salaverría, venezolana

«La primera vez que hice una torta fue para una boda y dije que tenía experiencia en este tipo de eventos, pero realmente era la primera vez y fue un desastre. Hasta le puse lazos de tela. Luego hice varios cursos, pero creo que la clave está en mi seguridad en mí misma», recuerda entre risas y reconociendo lo arriesgada que fue en ese momento.

«Comencé con cremas y boquillas, pero fui viendo otras tendencias y siempre creí que era capaz de hacer todo lo que me proponía. He sido una todóloga optimista; cuando algo no se me da, me voy por otro lado», dice en referencia a lo que ella cree que ha sido el éxito de su emprendimiento.

Ahora, sus tortas son las protagonistas de exitosos programas en Estados Unidos, Despierta América, Siéntese quien pueda, y de prestigiosas portadas de revistas de repostería. 

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