Venezuela y Colombia reabrieron de manera formal la frontera. ¿Qué podemos esperar? El investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, Ronal Rodríguez, anticipa una creciente migración pendular, que ya dejó de ser exclusiva de zonas de frontera. Son las personas que van y vienen en busca de una vida digna que es incapaz de darles el gobierno de Nicolás Maduro. Que nadie se llame a engaño: los venezolanos siguen regresando, un conjunto de ellos para volver a emigrar. Y es que en Venezuela, no escampa

Con una hija que tiene también la nacionalidad colombiana, el trabajo de su esposo entre San Cristóbal y Cúcuta y la venta en línea de mercancía que compra en esa ciudad fronteriza colombiana la vida de Emikariana Curiel parece levantar la cabeza un poco más alto desde hace un año.

“Vivimos mejor gracias a Dios, pero debemos tener trabajos extras. De otra manera, solo con un sueldo no es posible”, afirma la porteña, que se proclama tachirense de corazón, a El Pitazo.

Su vida en San Cristóbal, capital del estado Táchira, ciudad donde reside, entró en una fase inquietante en 2019. Fueron momentos en que cundían los apagones. La venezolana estaba a punto de dar a luz. “Tenía miedo de quedar sin luz en pleno parto, así que tomé la decisión de ir a parir a Colombia. Siento que fue lo mejor, la atención fue excelente. Mi niña tiene beneficios en Colombia y lo más importante es que todo fue con total tranquilidad”, dice.

Entonces, su esposo accedió al Permiso Especial de Permanencia (PEP), que fue reemplazado por el Estatuto Temporal de Protección, para ejercer cualquier actividad legal en Colombia. La hija de ambos se acogió a la Ley de prevención de apatridia, que establece un régimen excepcional para adquirir la nacionalidad colombiana.

Creciente migración pendular como forma de vida

Desde San Cristóbal hasta San Antonio del Táchira hacen el viaje en autobús, casi siempre con su hija de tres años en brazos. Emikariana Curiel y su esposo cruzan el puente internacional Simón Bolívar a pie hasta llegar a Cúcuta. Él se queda un mes en la ciudad colombiana, trabajando. Ella regresa con la bebé y una maleta con carteras y productos de maquillaje para vender en su tienda en línea.

Ese constante ir a Colombia y venir a Venezuela les permite que los días sean menos ingratos. Y ahora que los dos países reabrieron de manera formal la frontera binacional esa migración pendular, que procura satisfacer sus necesidades de alimentación, salud, educación y de mejor remuneración, entre otras, no hará más que acrecentarse. Es lo que plantea Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, en Bogotá, consultado sobre la posibilidad de un nuevo éxodo de venezolanos a partir del lunes, 26 de septiembre.

“Una de las características que se ha dado entre Venezuela y Colombia es esa lógica pendular, esas idas y venidas entre la población, que también incluye a colombianos radicados en Venezuela, y que ahora viven la misma dinámica trasnacional. Más que una salida masiva de venezolanos, lo que vamos a tener es un aumento de personas que van a asumir esa pendularidad como una forma de vida”, anticipa a El Pitazo.

Desde 2020 la migración pendular entre los dos países dejó de ser exclusiva de zonas de frontera, destaca Rodríguez. Estrangulada desde 2017 por una hiperinflación que después de cuatro años dio un respiro, la mayoría de la población venezolana sufrió un empobrecimiento acelerado que pocas sociedades han llegado a experimentar.

Hoy, al menos 5,2 millones de venezolanos tienen necesidades urgentes, señala el nuevo plan de respuesta humanitaria lanzado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 15 de agosto, que requiere 795 millones de dólares para su ejecución.

Es una ayuda de emergencia para mujeres, hombres y niños con urgencia de atención en materias de salud, nutrición, seguridad alimentaria y medios de vida; movilidad humana (migración); riesgos de protección, prestación y acceso a servicios y acceso a la educación.

Elaborado por el equipo de la ONU con la aprobación del gobierno de Nicolás Maduro, es, desde 2019, el cuarto plan de respuesta humanitaria dirigido a prestar asistencia humanitaria en Venezuela a una población ubicada mayoritariamente en los estados Miranda, Sucre, Falcón, Bolívar, Delta Amacuro, Apure, Amazonas y Zulia.

Todo esto explica en parte que 6,8 millones de personas hayan decido irse de Venezuela entre 2015 y 2022, en muchos casos forzadas, de acuerdo con estimaciones de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V). Por su cercanía geográfica, a Colombia ha ido a parar el grueso de esta migración: casi 2,5 millones, entre ellos 66% son jóvenes, refiere Migración Colombia; es decir, tienen entre 18 y 49 años, una característica del fenómeno migratorio venezolano.

“Estamos viviendo un fenómeno en el que la migración se estabiliza en una lógica pendular, Es decir, hay venezolanos que vienen a Colombia, hacen actividades económicas, trabajan, incluso algunos adelantan estudios, consiguen servicios en materia de salud y regresan a Venezuela por periodos de dos, tres o hasta cinco meses y nuevamente regresan a Colombia”, sostiene Ronal Rodríguez.

Antes de la reapertura formal de la frontera, gremios económicos en Norte de Santander estimaban el flujo pendular de 70.000 personas diarias si se recuperaba el tránsito vehicular. En 2018, la Gerencia de Fronteras de Colombia indicó que transitaban 50.000 personas diarias, a pesar de la presencia del contrabando, el narcotráfico, la trata de personas y la delincuencia común.

“No es que todos los venezolanos salieron y ya nunca regresaron. Todo lo contrario, es una dinámica en la cual el ciudadano no termina de ubicarse en Colombia, pero tampoco termina de desconectarse de Venezuela”, enfatiza el politólogo.


Más que una salida masiva de venezolanos, vamos a ver un aumento de personas que van a asumir esa pendularidad como una forma de vida

Ronal Rodríguez, investigador de la Universidad del Rosario

Un éxodo que no disminuye

Para el investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario es imposible sostener que el éxodo ha decrecido. Solo entre marzo de 2021 y agosto de 2022, es decir, en un año y medio, se han despedido de Venezuela algo más de un millón de venezolanos, según cálculos de la Plataforma R4V.

Sin embargo, Rodríguez afirma que sí hay personas que han regresado a Venezuela por un tiempo, no para radicarse nuevamente, sino para plantearse un nuevo viaje, algunas a Estados Unidos o a otro tercer país; otras para regresar a Colombia.

El Informe de movilidad humana venezolana VI. Caminantes: salir o retornar en busca de una vida digna determinó que el destino principal de las personas que salen de Venezuela sigue siendo Colombia (68,1%). El estudio, realizado por el Observatorio de Investigaciones Sociales en Frontera (Odisef) con base en encuestas a grupos de caminantes que emigran y retornan por la carretera Troncal Nº 5 o Nacional de Los Llanos, entre el 1 de junio y el 31 de agosto de 2022, encontró una tendencia al alza en quienes optan por Estados Unidos como destino final: 0,5% en junio, 1% en julio y 1,7% en agosto.

“Según los venezolanos encuestados, la intención de retorno no depende de un posible cambio de gobierno, pues aunque era una opción de respuesta no fue elegida por ninguno”, se lee en el documento.

Sobre las personas que retornan, los hallazgos indican que permanecerán en Venezuela si consiguen empleo y el sueldo alcanza para comprar alimentos (39,7%), existe seguridad personal (19,1%), tienen acceso a una educación suficiente (16,2%), tienen acceso a salud suficiente (15,5%), funcionan los servicios públicos (7,3%) y hay cambio de las políticas del gobierno (2,2%).

La investigación estableció además que los grupos que han retornado se dirigen principalmente a los estados Carabobo, Distrito Capital, Lara y Aragua. En su mayoría (60,7%), los grupos que regresan estaban viviendo en Colombia. Los demás llegaron procedentes de Perú (20,6%), Ecuador (12,3%), Chile (6,1%), Argentina (0,2%) y otros países (0,1%).

“Colombia es un país que recibe migración con vocación de permanencia, que tiene una alta población en condición de movilidad pendular de corto plazo y extendida e importantes flujos migratorios en tránsito desde Venezuela y desde el sur del continente, sobre todo porque muchos venezolanos se van tras el sueño americano al sentir un estímulo con la presencia del Gobierno demócrata”, comenta Ronal Rodríguez.

Perú y Chile siguen siendo destinos muy solicitados, más que todo porque quien está ya asentado manda a buscar a su familia”, asegura a El Pitazo un trabajador venezolano de una agencia de viajes ubicada en Cúcuta, que traslada por tierra a las personas sin documentos.

El venezolano, que solicitó resguardar su nombre y el de la compañía, observa en la reapertura de la frontera con Colombia un estímulo para que más personas decidan salir de Venezuela o regresar únicamente de visita.

Considera que la clave para el regreso definitivo está en otra parte: “Es muy complicado que quien está ayudando a su familia desde afuera, o quien ha podido estabilizarse para dar a su familia un mejor futuro, salga corriendo con la noticia de que reabrieron la frontera, ya que eso no es lo que nos para. Lo que nos para es la situación en Venezuela”.


Tenía miedo de quedar sin luz en pleno parto, así que tomé la decisión de ir a parir a Colombia

Emikariana Curiel, residente en Táchira

En cualquier caso, el investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario cree que el Estado colombiano tiene todavía el reto de diseñar e implementar políticas públicas de recepción migratoria para la que se ha convertido en la migración más grande de la historia reciente de América Latina y el Caribe.

“El Estatuto de Protección Temporal solo cubre y protege a la población con vocación de permanencia, no a la población en tránsito, ni a la población pendular de corto plazo, pero sí a la de amplio plazo, porque el Estatuto permite estar hasta 180 días fuera del territorio colombiano. Y eso les da una flexibilidad importante”, dice.


Desde 2020 la migración pendular entre los dos países dejó de ser exclusiva de zonas de frontera

Ronal Rodríguez, investigador de la Universidad del Rosario

Ir y venir para sobrevivir

Al igual que Emikariana Curiel, Mayuris Palmar va a Colombia y viene a Venezuela de forma regular. Cuenta que ese ir y venir ha sido una manera de sobrevivir durante los últimos dos años. En su caso, por el paso de Paraguachón, en la Guajira, indiferente a las fronteras. Es una indígena wayuu que no necesita ninguna tarjeta de movilidad fronteriza. El suyo es uno de los pueblos indígenas binacionales asentados en ese corredor fronterizo.

Dos veces a la semana, Palmar tiene que llegar a Maicao, en Colombia, desde Paraguaipoa, en el estado Zulia, donde reside. Es sostén de familia. Allá compra pañales, jabones, pastas de diente, champús y otros artículos de aseo personal e higiene para la venta. La zuliana es comerciante. Pero con la reapertura formal de la frontera no siente ningún alivio.


Al menos 5,2 millones de venezolanos tienen necesidades urgentes


“Todo seguirá igual, somos wayuu, así que no hay fronteras para nosotros; por lo tanto, no habrá mucha diferencia y ningún beneficio”, asegura a El Pitazo.

¿Puede vivir con lo que gana?

– No, sobrevivir. Solventas nada más las mínimas necesidades (…) teniendo todo en contra haces lo posible para poder comer, y aunque no puedas darte lujos, el simple hecho de vivir un día más es una bendición, para mí eso significa sobrevivir– señala, aferrada a Dios.

Con información de Rubén Vásquez

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