Táchira.- Mediante comunicación escrita, a cada representante le informaron que deberá llevarse el pupitre que usará su hija o hijo y devolverlo reparado, para garantizar que pueda recibir clases en la escuela General José Félix Ribas, en San Josecito, municipio Torbes.
La madre de una niña que cursará tercer grado denunció a El Pitazo esta situación.
“Estamos descontentos, se supone que el Estado y el Ministerio de Educación tienen que garantizar el mobiliario necesario para cada institución, no nos corresponde a nosotros”, sentenció la mujer, que pidió la reserva de su identidad.
En el escrito que le entregaron para firmar, los directivos de la escuela le piden la reparación del pupitre para garantizar la educación de su hija.
“Por medio de la presente y como responsable de la educación de mi representado, me comprometo a partir de la presente fecha a colaborar con el arreglo de un pupitre, a llevarme el esqueleto del mismo y también devolviéndolo a la institución, ya que es un bien del Estado”, dice el comunicado.
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La mujer, que trabaja en la venta de víveres en su hogar, asegura que no tiene los recursos económicos para comprar madera, clavos, pintura ni herramientas, pero tampoco los conocimientos para hacerlo ella misma, por lo lo que tendría que pagarle a un carpintero.
Según lo que ha averiguado, el arreglo podría costarle 120.000 pesos colombianos, equivalentes a 31 dólares.
Desconoce qué sucedería si no hace el arreglo. Piensa que su hija sería rechazada, discriminada y vería clases sin pupitre. Provisionalmente, los niños reciben clases en la cancha mientras los representantes hacen la reparación exigida por la escuela.
Maestros hacen arreglos
En San Cristóbal, una maestra que recibe remesas de sus tres hijos que viven en el exterior compró un galón de pintura para ella misma tratar de mejorar las mesas y las sillas. Su iniciativa surgió al ver que durante las vacaciones no hubo ningún tipo de arreglo o mejora en las aulas de clase.
“Gasté 40.000 pesos en el galón. Yo tenía en mi casa todo lo demás. Como pude martillé unas sillas que estaban flojas, pinté las mesas que estaban rayadas y casi todas las sillas. No quedaron como nuevas, pero sí dignas para los niños. Ellos no tienen la culpa de nada”, contó la maestra, quien no dio su nombre por temor a represalias.
Desde hace 19 años se dedica a la docencia. Con la partida de sus hijos del país se refugia en la escuela. Su sueldo no es suficiente para nada, pero allí encuentra distracción día a día. Comprar la pintura y arreglar fue su manera de hacer el lugar en el que trabaja un poco más amigable para ella.
La docente explicó que sus colegas no pudieron comprar pintura, pero sí hicieron arreglos con martillos y clavos que entre todos recolectaron. Barrieron, limpiaron y arreglaron las aulas para el nuevo año escolar.
“Lo más triste es que la Dirección se presta para el juego del Gobierno. No se dan cuenta de nuestros esfuerzos, por eso es mejor no decir nuestros nombres, porque son capaces de arremeter contra nosotros solo por hacerles un bien a los niños, que son víctimas de todo”, sentenció.
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