Valera.- La artista plástica Rafaela Baroni Miliani murió a sus 85 años de edad, la noche del lunes 8 de marzo, en el Hospital María Aracelis Álvarez, ubicado en la población de Betijoque, municipio Rafael Rangel del estado Trujillo. Así lo confirmaron sus allegados a los medios de comunicación de la región.
Baroni, también conocida como Aleafar (su nombre al revés), se encontraba recluida en el centro de salud debido a una neumonía. Sin embargo, pese a la atención médica, la artista falleció por la deficiencia respiratoria.
Dos veces resucitada
La artista popular era conocida no solo por sus esculturas, muñecas y dibujos, que la llevaron a exponer obras, desde 1979, en diversos museos y salas del país, sino también por haber muerto y resucitado dos veces.
La primera, a sus 11 años y, la segunda, a sus 31 años. En ambas ocasiones le hicieron velorio y despertó ante el asombro de sus familiares.
De acuerdo con sus biógrafos, esto se debe a que padecía de catalepsia, una enfermedad conocida como una muerte aparente, pues la persona no puede moverse aunque esté consciente.
“Volví a la vida cuando casi me iban a meter en el hoyo. Y lo peor era que yo escuchaba todo, pero no podía hacer nada”, dijo Baroni en 2019, durante una entrevista al Diario de los Andes.
En su casa, ubicada en Betijoque, y conocida como el Paraíso de Aleafar y el Centro Cultural Los Ojos de Búho, tiene una urna en la cual dormía en ocasiones y usaba para hacer representaciones artísticas de sus muertes.
Santos, ángeles y loros
Su obra estuvo marcada por su fe a la Virgen de El Espejo, que le concedió el milagro de recobrar la visión, luego de un desprendimiento de córnea, y por su vida entre la vida, la muerte y la naturaleza. Es recurrente la representación de santos, entre ellos José Gregorio Hernández, las vírgenes, los santos y loros.
Según Sergio Chejfec, en su libro “Baroni: Un viaje», publicado en 2007 por la editorial Alfaguara, la artista plástica y autodidacta se representaba a sí misma en sus piezas. Incluso, investigadores de su obra la comparaban, en lo semiótico, con Frida Kahlo, por sus padecimientos, la pérdida de seres queridos y otras carencias.
“Baroni, quien tuvo que ser hasta partera, recurre a los elementos que le ha dado la vida para hacer de ellos obra de arte, aunque menos deprimida que Frida, Rafaela majestuosamente ha sabido también plasmar en sus tallas y pinturas cada uno de los rasgos que han ido signando su vida”, escribió Fermary Aldana en su artículo para la revista arbitrada Ontosemiótica de la Universidad de Los Andes.
La artista, nacida en La Mesa de Esnujaque, el 1° de noviembre de 1935, y radicada en Betijoque, ganó varios reconocimientos a lo largo de su carrera, entre ellos el Premio de Arte Popular del Consejo Nacional de la Cultura, y realizó una decena de exposiciones individuales. Parte de sus obras pueden apreciarse en el Museo Salvador Valero de Trujillo.
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