Cúcuta.- Una segunda contienda de enfrentamientos se registró este domingo 24 de febrero en el Puente Internacional Simón Bolívar, que une a San Antonio del Táchira con Villa del Rosario – Departamento Norte de Santander, cuando manifestantes se enfrentaron a civiles armados, quienes estaban del lado venezolano.
Aunque la Policía Militar colombiana limitó el acceso a unos 200 metros del puente, después de que Migración Colombia decretara dos días de cierre de sus fronteras para evaluar los daños causados en los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, unos 100 venezolanos llegaron al punto limítrofe a través de los barrios aledaños.
Pasadas las 8:00 de la mañana, al menos 30 personas se subieron con mecates al lado venezolano del puente y arrastraron un camión cisterna que se encontraba ubicado desde el día 23 de febrero cerca de la sede de la Aduana de San Antonio del Táchira. Con los rostros cubiertos con franelas, se subieron sobre el vehículo y lo comenzaron a desvalijar para venderlo como chatarra en el sector conocido como La Parada de Cúcuta.
Los alrededores del automotor estaban llenos de piedras, un rastro de la confrontación que ocurrió el pasado sábado durante más de seis horas, cuando los civiles intentaron pasar tres gandolas cargadas con ayuda humanitaria por este punto de la frontera colombo-venezolana.
Mientras ellos estaban allí, otro grupo se ubicó debajo del puente para preparar bombas molotov. Al darse cuenta de lo que ocurría, la Policía Militar de Colombia a caballo llegó a mediar con ellos para que se retiraran, alegando que como autoridades no pueden permitir ese tipo de hechos. Aunque se negaban, terminaron saliendo del lugar.
Leonardo Rivas es de Valencia. Vive desde hace seis meses en La Parada y era quien estaba comandando al grupo que quería pasar hacia Venezuela y abrir la frontera para que en cualquier momento ingresen los alimentos y las medicinas dispuestas para los ciudadanos de este país.
«Estamos en una resistencia de abrir ese puente, de que lo abrimos hoy lo abrimos, si no nos dejan pasar los policías nos los llevamos arrastrados hasta allá. Volteamos tanquetas, volteamos camiones, movemos containers y ¿a estos locos no los vamos a mover? Hoy vamos otra vez a luchar, se acabó que los migrantes estemos durmiendo en las calles por ahí y que nos miren feo porque no somos de aquí», expresó.
A unos metros de él estaba Luis Pernía, quien trabaja desde hace cinco meses en La Parada. Es del oriente venezolano y dejó a sus dos hijos y esposa. El día anterior recibió tres impactos de perdigón en las piernas, pero aún así decidió volver a salir este domingo. Asegura que no tiene nada que perder, pues lo que quiere es ver a sus hijos viviendo en un país donde existan medicinas, alimentos, buena educación y alcance el salario para ello.
José Méndez escuchaba la conversación con Luis y respondía al mismo tiempo. Trabajaba en Venezuela para el gobierno, pero por los bajos salarios buscó otras oportunidades en la frontera, ya que tiene cinco hijos qué mantener y no podía hacerlo.
«Abrí los ojos porque mi sueldo no me alcanzaba y me tuve que venir para acá a guerrear contra él. Quiero que abran la frontera y seamos libres de todo, que abran la frontera y que Maduro nos deje quietos, que Guaidó pase esa comida que los venezolanos necesitan. Los hospitales allá no tienen agua, no tienen luz, la gente se está muriendo, los niños en la calle comiendo de la basura porque cada día aumentan más las cosas. Si él dice que no se necesita esa ayuda ¿por qué mandó a pedir de otro país?», se preguntó.
Con el brazo izquierdo envuelto en vendas y un pedazo de franela negra que se lo sostenía al cuello, Marlon Salcedo llegó de nuevo este domingo a intentar abrir la frontera del Táchira con el Norte de Santander. La franela tenía rastros de sangre del día anterior, y en el cuello y el abdomen otro parche de venda, para tapar las heridas generadas por perdigones.
Requiere ser operado porque un efectivo de la Guardia Nacional le disparó tres perdigones en la mano, después de que lo «arrastrara» para llevarlo al lado venezolano y forcejearan.
«La herida de la mano fue cuando intentaron arrastrarme para pasarme hacia el otro lado, como me les escapé me dispararon a mansalva para poderme frenar y arrastrarme a otro lado. Me decían «maldito te vamos a matar», los de la Guardia Nacional. Eso es algo fuera de lo normal, que quieran matar a alguien que lucha por lo correcto, que es pasar una ayuda humanitaria», agregó.
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En medio de los gritos y los encapuchados, como a la 1:00 de la tarde la Guardia Nacional permitió el acceso desde San Antonio del Táchira a Cúcuta, a un niño que requería hacerse tratamiento inmediato. El menor de edad pasó escoltado por médicos y funcionarios de la Policía Militar colombiana.
Los disparos…
Cerca de las 3:00 de la tarde, después de escucharse el lanzamiento de piedras debajo del puente y de que la Guardia Nacional lanzara hacia el lugar bombas lacrimógenas, se escucharon dos impactos de bala. Entre los matorrales, del lado venezolano se encontraban civiles armados, quienes tenían sus rostros protegidos con máscaras.
A pesar de ello los manifestantes no se retiraron y las autoridades colombianas no respondieron. La confrontación siguió y una hora después se escuchó otro impacto, presuntamente dirigido a tumbar un dron que estaba sobrevolando el territorio colombiano, al tiempo que un helicóptero sobrevolaba territorio venezolano.
Sobre el puente había al menos 30 efectivos de la Policía Militar de Colombia y unos 10 del grupo de reacción inmediata con equipos antimotín, ante cualquier circunstancia que se registrara de violación de la soberanía nacional. En ningún momento accionaron armas.
Una hora después se escucharon más detonaciones, los funcionarios sobre el puente ordenaron a los periodistas y reporteros gráficos presentes, así como a los curiosos que observaban a lo lejos, lanzarse al suelo. «Al suelo, al suelo, esos son disparos, si corren los pueden impactar. Atentos son disparos, no perdigones, al suelo», gritaba uno de los funcionarios.
A la carpa de Defensa Civil ubicada a unos 50 metros sólo llegaron dos heridos por impactos de objetos contundentes, los demás estaban siendo atendidos debajo del mismo puente.
Manifestantes encapuchados y hombres armados y con máscaras debajo del Puente Internacional Simón Bolívar | Foto: Rayner Peña
Bombas lacrimógenas y molotov se vieron ir y venir de ambos lados de la frontera del Táchira con Cúcuta | Foto: Rayner Peña
Eefectivos militares colombianos curaban a los heridos venezolanos en los alrededores del Puente Simón Bolívar | Foto: Rayner Peña
Con un mecate los manifestantes se subían al lado venezolano del puente | Foto: Rayner Peña
Tapabocas y franelas eran las máscaras protectoras de gas de los manifestantes | Foto: Rayner Peña
Un cisterna fue desvalijado del lado venezolano del Puente Simón Bolívar | Foto: Rayner Peña
En medio de los enfrentamientos, un helicóptero sobrevolaba el lado venezolano de la frontera | Foto: Rayner Peña
Rastros de piedras, perdigones y bombas lacrimógenas producto del enfrentamiento del 23 de febrero quedaron en el puente | Foto: Rayner Peña
Funcionarios de la Policía Militar de Colombia no permitieron a los manifestantes preparar bombas molotov debajo del puente | Foto: Rayner Peña
GN permitió que un niño enfermo pasara desde San Antonio del Táchira a Cúcuta | Foto: Rayner Peña
Curiosos observaban a lo lejos lo que ocurría en la zona limítrofe de Venezuela con Colombia | Foto: Rayner Peña
Así subían manifestantes al lado venezolano del Puente Internacional Simón Bolívar | Foto: Rayner Peña