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sábado, 29 junio, 2024

Tribunal alemán juzga a un exguardia nazi de 100 años

Un alemán de 100 años, Josef Schutz, quien fue guardia de un campo de concentración en los años 40, es la persona de más edad juzgada por presuntos crímenes nazis

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Josef Schutz, excabo primero de la división Totenkopf (cabeza de muerto) de los escuadrones de seguridad y terror denominados Schutzstaffel, conocidos como las SS, es acusado de complicidad en la muerte de 3.518 prisioneros en el campo de concentración de Sachsenhausen, cerca de Berlín, entre 1942 y 1945. Su juicio comenzó el jueves 7 de octubre en Brandenburg an der Havel, al este de Alemania.

Schutz, quien necesita una andadera para caminar y comparece en libertad, escondió su rostro de la prensa con ayuda de una carpeta azul al momento de presentarse ante el juzgado alemán.

El abogado de Schutz, Stefan Waterkamp, explicó que su cliente no se expresará sobre los hechos que se le imputan. «El acusado no hablará, solo dará información sobre su situación personal», dijo el letrado.

El acusado respondió con voz clara al presidente del tribunal cuando le preguntó su nombre y situación personal. Dijo que vivía en la región de Brandeburgo, cercana a Berlín, que era viudo desde 1986 y explicó con orgullo que iba a «celebrar su cumpleaños 101 el 16 de noviembre».

La audiencia, la primera de 22, duró una hora debido a la avanzada edad del acusado, que se cansa fácilmente. La sesión se dedicó a leer una parte de las 134 páginas del acta de acusación por parte del fiscal, Cyrill Klement.

Desde que fue abierto, en 1936, hasta su liberación por los soviéticos, el 22 de abril de 1945, por el campo de Sachsenhausen pasaron unos 200.000 prisioneros, principalmente opositores políticos, judíos y homosexuales. Decenas de miles de ellos murieron de agotamiento debido a los trabajos forzados y a las crueles condiciones de detención.

Schutz tenía 21 años cuando comenzaron los hechos que se juzgan. Su deseo de no pronunciarse sobre los hechos, lo que implica una negativa a pedir perdón, provocó el disgusto de los presentes.

«Estoy muy afectado. Hace casi 80 años perdí a mi padre y este tipo es un mal hombre, un asqueroso que se niega a aceptar la posibilidad de ser culpable», dijo a Antoine Grumbach, de 79 años, cuyo padre, resistente francés, fue asesinado en Sachsenhausen en 1944.

Thomas Walther, abogado de 11 de las 16 partes civiles de este juicio, se mostró más optimista: «Para los denunciantes, el hecho de que se haya presentado al juicio es ya algo positivo (…) Algo puede pasar, tal vez un hombre así llegue a la conclusión de que antes de morir quiere explicarse sobre su pasado», confió.

El juicio se realiza una semana después de la audiencia fallida contra Irmgard Furchner, de 96 años, una exsecretaria de otro campo de concentración nazi. Su primera sesión debió aplazarse al 19 de octubre después de que la anciana intentara fugarse, justo el día en que empezaba el juicio.

En los últimos 10 años, Alemania ha juzgado y condenado a cuatro exmiembros de las SS, al extender a los guardias de los campos y a otros ejecutores de las órdenes nazis la acusación de complicidad por asesinato, para ilustrar así la severidad de su justicia, considerada sin embargo tardía por las víctimas.

Josef Schutz «no está acusado de disparar contra alguien en particular, sino de haber contribuido a estos actos por su trabajo de guardia y de haber estado al tanto de que estos asesinatos ocurrían en los campos», explicó la portavoz de la fiscalía de Neuruppin, Iris le Claire.

El acusado se expone a un mínimo de tres años de prisión, pero su pena sería simbólica dada su avanzada edad. 

Para Stephanie Bohra, investigadora del museo berlinés Topografía del Terror, dedicado a los crímenes nazis, «estos procesos son particularmente importantes para los sobrevivientes y sus descendientes. Ellos desean que se haga justicia y que los crímenes sean resueltos».

En julio de 2020, un tribunal condenó a dos años de prisión suspendida a un exguardia del campo de Stutthof, Bruno Dey, de 93 años. Otros ocho casos de exmiembros de las SS son evaluados por diferentes fiscalías alemanas.

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