La actividad sísmica continúa cerca de Grindavík, en el suroeste de Islandia, donde desde la medianoche hasta la mañana de este miércoles, 15 de noviembre, se han registrado 800 terremotos y aumento de los niveles de dióxido de azufre (SO2).
El dióxido de azufre es irritante de ojos, garganta y vías respiratorias. La sobreexposición en el corto tiempo causa inflamación e irritación, lo que provoca tos, dificultades respiratorias y sensación de tensión en el pecho.
De acuerdo con el reporte de la Oficina Meteorológica de Islandia, la mayoría de los terremotos se registró en medio del dique volcánico en Sundhnúk a una profundidad de entre 3 y 5 kilómetros. Esta actividad constante les recuerda a los islandeses que el magma se sigue acumulando bajo la superficie.
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La Oficina Meteorológica de Islandia advierte una fuerte actividad sísmica desde el 10 de noviembre, lo que hizo presumir que el fin de semana una erupción sería inminente. De hecho, al menos 3.800 personas siguen evacuadas de Grindavík, donde se mantiene la declaración de estado de emergencia y hay una grieta amenazante de 15 kilómetros de longitud, por la que podría aflorar la lava en cualquier lugar y momento, bien sea en mitad del pueblo o en el mar.
Aumento de los niveles de azufre
Benedikt Ófeigsson, de la Oficina Meteorológica de Islandia (IMO, por sus siglas en inglés), señaló el martes 14 de noviembre que es probable que el magma bajo Grindavík se haya acercado a la superficie, posiblemente unos 500 metros. Ante ello precisó que el aumento de los niveles de SO2 medidos en la atmósfera es una prueba de su proximidad.
«El SO2 no se libera del magma hasta muy cerca de la superficie. Solo en el kilómetro superior», destacó Benedikt Ófeigsson citado por radiotelevisión pública islandesa RUV.
Este aumento de dióxido de azufre en la atmósfera llevó a las autoridades de Grindavík a evacuar la ciudad mientras algunos residentes recuperaban parte de sus pertenencias.
«La probabilidad de una erupción es considerada todavía alta. En el caso de una erupción, la localización más probable es el dique volcánico», señaló en un comunicado la IMO.
Las autoridades islandesas iniciaron la construcción de barreras de protección contra la lava, de 6 a 8 metros de altura, en torno a la cercana planta eléctrica de Svartsengi y la Laguna azul, el famoso balneario geotermal situado en la zona y cuyo cierre se ha prolongado hasta el 30 de noviembre.
Una aparente calma
Aunque los temblores han bajado, para el Instituto Meteorológico de Islandia puede ser la calma que precede la tormenta.
Un artículo del medio español ABC explica qué significa la caída de los temblores. A juicio del profesor titular del departamento de Mineralogía y Petrología de la facultad de Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid, Álvaro Márquez González, puede ser «que el magma que está subiendo haya perdido presión en la subida y quede estancado». En este caso, no habría erupción.
Pero existe una segunda posibilidad y es que «cuando el magma está cerca de la superficie, no genera tantos terremotos» porque necesita hacer menos fuerza para romper las rocas. «Con lo cual, a veces en las últimas horas-días, la sismicidad es menor», explica. «Si lo que vemos es un parón previo a la erupción, no debería alargarse mucho«, apunta.
De cualquier forma, expertos señalan que la lava puede aflorar por cualquier altura de la grieta. En ese sentido, Islandia maneja tres escenarios. «El primero, que se produzca al norte de Grindavík, en una zona poco poblada y donde generaría menos daños. El segundo, que aflore en mitad de la ciudad, generando grandes daños materiales. El tercero, que la lava emerja ya en el mar».
Con información de EFE y ABC
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