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sábado, 1 junio, 2024

La cuarentena radical solo existe para los comerciantes petareños

Incluso antes de las 10:00 am los funcionarios policiales y militares hacen barrido en todo el municipio Sucre para ordenar el cierre de comercios y quitar a los vendedores informales. Las sanciones van desde multas y montos en dólares hasta sentadillas y humillación pública

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Suena la sirena… Enseguida:

—¡Si veo algún negocio abierto o vendedor cuando baje, se quedan sin mercancía!— grita a través de un megáfono un funcionario de la Policía del municipio Sucre cuando el reloj aún no marca las 9:30 am.

Este es el anuncio que todas las mañanas advierte a comerciantes y vendedores informales que empieza la cuenta regresiva para desarmar sus tarantines, recoger sus cestas, bajar sus santamarías y apagar las calles que desde las 5:00 am están plagadas de compradores apurados, que si tardan un minuto más de lo previsto perderán la mañana.

Todos llegan lo más temprano que el transporte en medio de la Pandemia les permite, pero la hora de vuelta a sus casas siempre es un sorteo. Algunas veces el barrido policial puede empezar más tarde e incluso permitir que algunos extiendan sus ventas hasta las 11:00 am, pero otros días a las 8:30 am ya hay órdenes de no permanecer en las calles.

La escena se repite día tras día en todo Petare desde que entró el quinto mes de la cuarentena en Venezuela y que se decretó como radical en el estado Miranda y el Distrito Capital donde el número de casos diarios no baja de los 100.

Después de las 10:00 am los comercios deben cerrar sus puertas y parar las ventas.

—No se los vuelvo a decir: si vuelvo a pasar y siguen aquí me los llevo.— grita de nuevo el PoliSucre al atravesar la avenida principal José Félix Ribas, en el corazón de Petare.

El dueño del camión de tomates y cebollas le pide a la gente que no haga cola, que «se hagan los locos», que él irá pasando el punto uno por uno.

—Hay que estar pendiente porque si vuelven a pasar y nos ven nos quitan el punto de venta y para recuperarlo nos piden 200 dólares— , dice el vendedor a uno de sus ayudantes y asegura que eso hicieron el día anterior con uno de sus primos en La Dolorita, otro sector petareño.

Andrea, la dueña de un local en la Zona 3 de José Félix cierra la reja, pero deja la santamaría por la mitad y, agachada en el borde despacha a los compradores que aún esperan ser atendidos.

En la redoma, el Cristo de Petare con su tapabocas puesto ve como los vendedores informales corren con bolsas de aliño, aji y papas que ofrecen casi en secreto a todos los que pasan cerca en la acera.

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La estatua inerte es testigo también de como, al otro lado de la calle frente al Metro de Petare, al menos 30 personas permanecen de cunclillas frente a unos 20 guardias nacionales cuyos rostros no se pueden ver por las capuchas negras que portan.

Son los vendedores a los que lograron sorprender aún vendiendo cuando el reloj marcó la 10:00 am y a los que obligan a hacer sentadillas mientras repiten sin parar: «no debo estar en la calle».

Pero, el constante movimiento en la avenida Francisco de Miranda y en el elevado no ocultan a otros funcionarios policiales recibiendo algunas bolsas en comercios que pasada esa hora tienen la concesión de seguir abiertos.

Nadie se salva: negocios grandes o pequeños, vendedores con kioscos ambulantes, despachadores desde sus camiones o en la maleta de sus carros. Todos inician la huida cuando ven acercarse las patrullas policiales seguidas de motos y hasta camiones cuadrillera de la Guardia Nacional donde no lleven tropa, sino a la gente que incumple el distanciamiento social y las normas de la cuarentena.

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—En Palo Verde hasta el centro comercial está abierto, los chinos y todo. Mienntras mandan a cerrar a todo el mundo por orden de la Policía de Sucre de Manos del Comisionado Alcalá—, es el testimonio de uno de los voceros de los comerciantes informales de José Félix Ribas. —Ellos quitan mercancía, roban y los comerciantes en José Félix.

La cuarentena radical solo existe para los comerciantes petareños

En el barrio es ya una leyenda la historia reciente de que en la Zona 5 los funcionarios policiales entraron a un sitio de apuestas en el lugar y se llevaron los equipos de sonido, los refrescos, cervezas, televisores,dólares y hasta mataron a una decena de gallos de pelea porque el dueño tenía una fiesta en el lugar.

También que en La Alcabala se llevaron cuál delincuente, esposado y custodiado, a un señor mayor que cambia productos del Clap por cloro, desinfectante y jabón.

O que los vecinos vieron como los funcionarios policiales cobraban en dólares a algunos comerciantes para dejarlos vender.

Y aunque todo parezca eso, solo leyendas y cuentos urbanos, para quienes viven en Petare la cuarentena de volvió radical y tiene en jaque a todos los comercios de la zona. La gente sigue caminando, sigue comprando y sigue andando, pero en calles con comercios cerrados y bajo amenaza.

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