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jueves, 2 mayo, 2024

Guarenas y Guatire celebraron a San Pedro sin parrandear

La manifestación folclórico-religiosa declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, se celebró este año bajo estrictas medidas de bioseguridad, para contener la propagación del COVID-19

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Guarenas.- «El fin de la pandemia» fue la petición más aclamada este lunes, 29 de junio, por los pobladores del eje Guarenas-Guatire del estado Miranda, al celebrar la Parranda de San Pedro, en honor al apóstol. Por primera vez en 300 años, en este 2020 la tradición se festejó solamente con los actos religiosos en las iglesias de ambas ciudades, sin los acostumbrados recorridos multitudinarios en las calles, para bailar al santo.

El uso obligatorio del tapabocas, el distanciamiento físico de más de un metro en las bancas y la suspensión de las actividades de calle para evitar la aglomeración de personas, fueron las medidas adoptadas por las parrandas y los gobiernos de ambos municipios, en los que se ordenó la extensión de la radicalización de la cuarentena, durante la semana que inició este 29 de junio.

En el caso de la ciudad de Guatire, a la misa a puerta cerrada en la iglesia Santa Cruz de Pacairigua, solo asistieron 10 personas por cada una de las seis Parrandas de San Pedro. Las autoridades gubernamentales que acompañaron la eucaristía este año fueron el alcalde Hugo Martínez, parte de su tren directivo y concejales.

A la misa de Guatire solo asistieron 10 representantes de cada una de las seis parrandas | Foto Gloria Carpio

Los accesos a la plaza 24 de Julio y al casco central de Guatire fueron cerrados desde la noche del domingo. A propósito de que los 29 de junio son feriados no laborables en el municipio Zamora, los diferentes cuerpos de seguridad se desplegaron por toda la ciudad para supervisar que los establecimientos comerciales se mantuvieran cerrados.

Durante la noche del domingo tampoco se realizó el encierro de los santos y el velorio, una ceremonia en la que se entregan las figuras de San Pedro de cada parranda al sacerdote de la iglesia. En ese momento comienza la celebración de calle en la víspera del 29 de junio.

En el caso de Guarenas, la misa también se celebró a puerta cerrada en la Catedral Nuestra Señora de Copacabana. La eucaristía fue oficiada por el obispo, Monseñor Gustavo García Naranjo, con el apoyo del presbítero José Antonio Barrera.

Al lugar acudieron representantes de la Parranda de San Pedro, el alcalde Luis Figueroa, su tren directivo y concejales. Este año tampoco se realizó la tradicional calenda, un recorrido con la música de la parranda por las calles del casco central, antes del amanecer, para invitar a la celebración.

Imágenes de VTV

Sin parrandear

Al concluir ambas misas, los parranderos hicieron su acostumbrado canto con versos improvisados a San Pedro Apóstol, al ritmo del cuatro y las maracas; mientras que los bailadores zapatearon con las cotizas. Sin embargo, todo ocurrió dentro de las iglesias. Las parrandas no salieron a las calles a bailar al santo.

En el caso de Guatire, las imágenes de los santos de las seis parrandas quedaron en resguardo de la iglesia. Al concluir los cantos de cada agrupación, se dio por concluida la ceremonia.

La Parranda de San Pedro es una manifestación cultural y religiosa propia del eje Guarenas-Guatire. En 2013, fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).

El milagro de San Pedro

La Parranda de San Pedro se remonta a la época de la colonia. Cuenta la leyenda que una esclava de una hacienda ubicada en la zona fronteriza entre Guarenas y Guatire, de nombre María Ignacia tenía a su pequeña hija enferma, Rosa Ignacia.

Con mucha fe, María Ignacia pidió a San Pedro que sanara a su niña y a cambio, ella le prometió en agradecimiento celebrar con una gran fiesta el día de San Pedro, cada 29 de junio.

San Pedro concedió el milagro a María Ignacia y ella cumplió su promesa. Pero con el paso del tiempo, ella enfermó y en su lecho de muerte le pidió a su esposo que continuara con la promesa por la sanación de su hija, compromiso que él asumió.

Por eso, el personaje de María Ignacia es representado por un hombre que viste de mujer, quien baila con una muñeca en brazos, en representación de la pequeña Rosa Ignacia. Por tratarse de una celebración que nació de los esclavos, los parranderos pintan su rostro con color negro.

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