Caracas.- Ante la polémica surgida en redes sociales, a finales de mayo, tras la tala del samán de El Cigarral (en Caracas), la comunidad de lectores de El Pitazo sugirió organizar un forochat sobre el impacto de la eliminación de árboles y áreas verdes en las ciudades. Ante esto, el equipo organizador del Café con El Pitazo se puso en contacto con el director de Sustentabilidad Ambiental UCAB, Joaquín Benítez, para llevarlo a cabo.
El especialista en desarrollo sostenible accedió gustosamente a la solicitud y terminó conversando, vía WhatsApp, con 725 lectores de El Pitazo en el forochat “¿Qué perdemos al talar un árbol?”, realizado el pasado jueves 8 de junio.
El invitado inició su exposición dando respuesta a la pregunta que dio título al evento, señalando que las ciudades pierden al menos cinco cosas diferentes cuando se talan demasiados árboles:
- La capacidad de refrescamiento: pues los árboles tienen un efecto refrescante que evita el calentamiento de calles y edificaciones. “En algunos casos, la diferencia térmica puede alcanzar hasta los 8 o 10 °C cuando no hay árboles. Es decir, si la temperatura normal con árboles es de 22 grados, sin ellos puede llegar a aumentar hasta 32 grados”, ejemplificó.
- Normalización de los flujos de agua de lluvia: ya que los árboles interceptan y disminuyen la velocidad de concentración de las aguas de lluvia, ayudan a infiltrarlas y a evitar inundaciones cuando se sobrepasa la capacidad de alcantarillas y drenajes.
- Generación de oxígeno y captura de CO₂: porque al hacer fotosíntesis, los árboles generan oxígeno y remueven dióxido de carbono de la atmósfera. El primero es necesario para la vida de muchos seres vivos, mientras que el segundo es contaminante.
- Biodiversidad y hábitat: ya que los árboles guardan una relación estrecha con otros seres vivos que viven y se alimentan de ellos, como aves, insectos y pequeños mamíferos. Aparte, esas mismas especies ayudan a regular el equilibrio, salud y resiliencia de los elementos naturales de las ciudades.
- Valor estético y recreacional: pues los ciudadanos valoran los espacios verdes y los prefieren para ir a recrearse debido a su confort, así como visitarlos por su atractivo visual.
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Asimismo, Benítez señaló que la tala de árboles en las ciudades trae consigo otros problemas asociados, como la disminución del confort y la sostenibilidad urbana, una mayor frecuencia de inundaciones y el aumento en la demanda de energía, pues se requieren más equipos de acondicionamiento del aire para refrescar espacios internos. “En países como Venezuela, donde el suministro eléctrico es precario, esto tiene una doble consecuencia, pues también se termina estimulando el uso de plantas eléctricas de combustibles fósiles, altamente contaminantes y peligrosos”, añadió.
Luego, el especialista apuntó que es normal que exista cierta presión sobre los árboles en las ciudades, pero esta es mucho mayor cuando la gestión urbana institucional no está enfocada en la sostenibilidad y la acción climática, ocasionando los siguientes problemas:
- La densificación urbana aumenta predialmente (más edificaciones donde ya existen otras), con volúmenes de construcción e impermeabilización de suelos que no son sostenibles.
- Las variables de construcción relacionadas con la altura, porcentajes de ocupación, retiros, calidad de servicios y áreas verdes pasan a un segundo plano.
- Comienza a concebirse el arbolado urbano como un elemento que no requiere mayor atención, que no es estratégico y que solamente genera gastos.
- Algunos vecinos y comercios comienzan a ver los árboles como una molestia, pues caen hojas, se levantan aceras y también porque necesitan mayor espacio para estacionamientos comerciales.
Al ser consultado sobre el caso específico de tala de árboles en Caracas, Benítez respondió que en el país, y especialmente en el caso de Caracas, los datos de arborización y sostenibilidad urbana no existen o no son de dominio público. Además, tampoco hay evidencia de que se consideren como parte de la gestión municipal.
“Nada más en Caracas, y sin considerar el Parque Nacional El Ávila, es evidente que hay zonas de la ciudad donde las proporciones de arborización y densidad poblacional estipuladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) no se cumplen”, puntualizó el especialista. “Ejemplo de ello son las zonas autoconstruidas, como barriadas y otros espacios no planificados, que representan el lugar donde vive el 50 % de la población. También el centro de la ciudad, donde la densidad poblacional ha ocasionado el desplazamiento de áreas verdes desde hace muchos años. Y más recientemente está el caso de Lar Mercedes, donde ocurre algo similar al centro: las áreas verdes son mínimas y las temperaturas han aumentado considerablemente”.
El rol de las autoridades y la ciudadanía en el cuidado del arbolado urbano
Más adelante en el forochat, Benítez fue consulado sobre cómo deben actuar las autoridades y la ciudadanía para ayudar a la conservación de los árboles en las ciudades y hacer de estas últimas espacios más sostenibles.
Respecto al rol de las autoridades, apuntó que es importante que tanto las nacionales, como regionales y locales se preocupen por los procesos de autorización, vigilancia y control del arbolado urbano. Sin embargo, considera que esto no es suficiente, sino que deben cumplirse al menos cuatro elementos adicionales:
- Debe asumirse una visión estratégica con foco en la sostenibilidad y el cambio climático en la que los árboles y áreas verdes sean elementos fundamentales de la gestión pública.
- Las autoridades deben convertirse en promotoras del aumento de la densidad de árboles y áreas verdes urbanas, así como en gestoras que se enfoquen en sus servicios y beneficios.
- Deben desarrollarse programas de gestión basados en la ciencia, la capacitación, mantenimiento y actualización de conocimiento.
- Es indispensable que abandonen la gestión basada en concebir las áreas verdes como obstáculos y sin datos de sostenibilidad.
Finalmente, respecto al rol de los ciudadanos sobre la tala, Benítez indicó que todos deben sensibilizarse sobre la importancia de las áreas verdes y los árboles en las ciudades, así como convertirse en participantes activos en sus procesos de conservación y en la exigencia al Estado para que las aumenten y promuevan políticas urbanas más sostenibles.
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