La amplitud de las operaciones criminales del Tren de Aragua es mostrada por la periodista Ronna Rísquez en su libro, que recientemente salió al mercado nacional. La investigadora detalla las actividades delictivas que esta banda venezolana desarrolla en América Latina: trata de migrantes, explotación de mujeres, extorsiones, contrabando de chatarra, tráfico de drogas, estafas

Entrevista: César Batiz Redacción: Katherine Dona

Un libro de 226 páginas recopila la dinámica de uno de los grupos delictivos más grandes que opera en Venezuela y en al menos ocho países del continente americano. El Tren de Aragua, nombre de la banda y del texto, fue escrito por la periodista de investigación Ronna Rísquez, quien a pesar de las amenazas expone el interior de esta organización.

Rísquez es la coordinadora de la Alianza Rebelde Investiga (ARI), plataforma periodística que agrupa a los medios de comunicación venezolanos Runrunes, TalCual y El Pitazo. Además, es miembro del consorcio de investigación latinoamericano CONNECTAS y posee una amplia experiencia por sus trabajos como reportera e investigadora en temas de seguridad ciudadana, crimen organizado y derechos humanos.

Antes del bautizo del libro El Tren de Aragua (Editorial Dahbar), Rísquez habló con el director de El Pitazo, César Batiz, acerca de los detalles de la investigación, de los hallazgos y del entramado de este grupo, que se formó en un estado de la zona central de Venezuela.

Las intimidaciones no evitaron que la periodista publicara la obra, en la que describe cómo una banda venezolana revolucionó el crimen organizado en América Latina y cómo Héctor Rutherford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, dirige extorsiones, contrabando de chatarra, microtráfico de drogas, estafas por Marketplace, tratas de migrantes y mujeres.

Sin embargo, explica en esta entrevista, también publicada en el canal de YouTube de El Pitazo, que lo más llamativo de esta historia no es lo que ha hecho sino los crímenes que sigue sumando esta organización. Hay cosas que no se registraron porque ocurren en la actualidad, advierte la comunicadora al cierre de su libro.

“El libro sirve para entender un poco esta dinámica, pero también hay que tener claro que esto está en proceso y hay muchas cosas allí por investigarse, identificarse o descubrirse. El grupo sigue operando en Chile, Ecuador, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela y Panamá”, señala.

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El libro llegará próximamente a Colombia, Ecuador, Perú y Estados Unidos en español con la editorial Planeta. En Venezuela –con la Editorial Dahbar– se puede encontrar en las librerías de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en El Buscón del Trasnocho Cultural y en Kalathos, en el Centro de Arte Los Galpones.


Hay muchas cosas allí por investigarse, identificarse o descubrirse

Ronna Rísquez, periodista de investigación

—¿Qué te motivó a escribir un libro sobre el Tren de Aragua?

—Eso es algo inherente a uno como periodista. Siempre está ese gusanito de “alguna vez haré un libro”. Luego el hecho de que en Venezuela es importante registrar esta etapa de la historia contemporánea. El tema puntual del Tren de Aragua está asociado a las investigaciones para la Alianza Rebelde Investiga, donde hice algunos hallazgos, con datos e informaciones que llamaron mi atención porque son sorprendentes. Pensé en la posibilidad de que estas informaciones debían trabajarse con más tiempo, no con la premura que habitualmente tiene el periodismo.

A su vez, no encajaban dentro de los focos de los trabajos de periodismo de investigación porque era la información que quedaba, pero era buena y aunque no es lo que buscas sientes que “esto tengo que decirlo, esto se tiene que saber”. Por allí empezó la idea de hacer el libro.

—En el libro se dedican unas líneas a precisar la fecha en que se menciona por primera vez al Tren de Aragua en la prensa venezolana. Además, niega la hipótesis de que se formó a partir de un sindicato. ¿Qué pasó en realidad? ¿Cómo se formó?

El Tren de Aragua se forma de una mezcla de grupos delincuenciales que operaban en el estado Aragua y presos de Tocorón, la mayoría provenientes de barrios aragüeños. Estos grupos se juntan o se conocen por la actividad criminal y por la convivencia en la prisión, y crean la organización.

Anteriormente, uno de los fundadores tenía una banda que era conocida en una zona del estado Aragua, el “Chino Pradera”, y en Tocorón ya existían los pranes. No tengo evidencia de que alguno de los fundadores tuviera vínculos con sindicatos ferroviarios; sin embargo, no es imposible que algunos sindicatos hayan participado en estas bandas.

—¿Cómo llegas a identificar que el Tren de Aragua participa en una dinámica criminal tan diversa y en diferentes partes de Venezuela y Suramérica?

—Ese fue uno de los hallazgos que más me impactó. Me di cuenta, mientras trabajaba para una investigación con ARI, de la situación que se vivía en las academias de béisbol menor en Venezuela con las firmas de los jóvenes prospectos que pretendían llegar a Grandes Ligas. Era sorprendente que en ese tipo de actividad o negocio estuviera vinculado el Tren de Aragua, pero luego, en el camino, también lo conseguí inmerso en el contrabando de chatarra, que saca del país por la frontera.

En otra investigación asociada a prisiones contabilicé las actividades en las que están involucrados, desde extorsiones, estafas, Marketplace, microtráfico de drogas hasta la trata de migrantes. En Suramérica, principalmente en Chile, Colombia y Perú, se detectaron personas dedicadas a la trata y explotación sexual de mujeres, la mayoría venezolanas; resultó que se identificaban como miembros de esta banda.

Además, estaban ubicados en las zonas fronterizas y tenían un control del tráfico de migrantes, como los coyotes. Entonces, supe que esto era una especie de multinacional del crimen y esa es una de sus fortalezas.

—¿Y el uso de negocios en Chile para lavar dinero?

No es sólo en Chile, esa es una de sus estrategias de operación. Establecer negocios o comercios legales para poder lavar dinero y también enviar remesas a otros países, no sólo a Venezuela.


El grupo sigue operando en ocho países

Ronna Rísquez, periodista de investigación

—¿Para registrar tanto movimiento de dinero, como mencionas, deben tener un contador o cabeza financiera detrás de todo eso?

Sí, tiene que haber una cabeza financiera. Hay una estructura que no es exclusiva del Tren de Aragua porque involucra a las prisiones, con su pran, lugartenientes o luceros, después vienen los gariteros, etc. Todo este sistema se repite en varias prisiones de Venezuela. Además, se ha aplicado en algunos barrios.

Tienen personas que controlan el delito en ciertas zonas. Por ejemplo, en San Vicente son tres personas puntualmente, que no son los jefes de Tocorón, aunque este trío reporta a los de esa cárcel aragüeña.

—Hay tres hombres como los líderes principales. Dos de ellos están fuera de la cárcel y uno dentro. ¿Es el “Niño Guerrero” el que manda más?

—Sí. Él le pide la bendición y consejos a otro, pero quien en estos momentos gerencia la operación del Tren de Aragua, incluso internacionalmente, es el “Niño Guerrero”.


Se formó de grupos delincuenciales que operaban en el estado Aragua

Ronna Rísquez, periodista de investigación

—¿Pero, en 2022 no debió salir de la cárcel?

Le tocaba salir en libertad, pero hasta ese momento seguía en prisión. Lo otro interesante es que toda esta información sobre el Tren de Aragua se le consulta al “Niño Guerrero” y eso es algo que confirmaron los investigadores en Chile, Colombia y Perú, donde han detenido a personas de la banda, incautado teléfonos y revisado conversaciones y grabaciones, y en la mayoría de los casos lo mencionan: “hay que preguntarle a él” y “vamos a ver qué dice”.

—Una de tus fuentes dentro del penal dice que el “Niño Guerrero” quiere convertir a la cárcel de Tocorón en una urbanización en la cual se pueda vivir con comodidad. Incluso, que él prefiere vivir dentro de la cárcel, porque puede salir cuando quiera.

—Hay dos cosas allí que parecen importantes: una es el hecho de que las cárceles en Venezuela que tienen pranes, son ocho, funcionan como una gobernanza criminal perfecta porque incluye los tres elementos: un grupo armado, la población penal y la permisividad del Estado.

Las figuras del Estado representadas por el director de la prisión y los funcionarios de la Guardia Nacional, en realidad son supeditadas a la decisión del pran porque es el cabecilla y con el grupo armado gobiernan. Al ver eso, se entiende que funciona como un territorio con la diferencia de que es una prisión.

Estas formas de gobernanza criminal implican normas de convivencia, dar o prestar servicios y asistencia a las comunidades (en este caso población penal) que debería proporcionar el Estado.


Una multinacional del crimen

Ronna Rísquez, periodista de investigación

—¿Esta gobernanza criminal es novedad dentro de las bandas? ¿Es el Tren de Aragua la primera en implementarla?

—No. Hay varias y estas formas de gobernanza criminal se repiten con varios grupos armados en Venezuela. Era lo mismo que hacía «el Koki», líder criminal de La Cota 905. Hay similares en el sur de Bolívar, en el Arco Minero, por ejemplo, en Tumeremo, en El Dorado, en El Callao, que no son pueblos controlados por el Tren de Aragua sino por otros grupos armados.

También hay gobernanzas criminales en algunas localidades o territorios donde operan el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la disidencia de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los colectivos.

—¿La del Tren de Aragua es la más perfecta?

—Para mí es una gobernanza criminal perfecta porque lograron expandirla. Además, que se da en prisión y allí no hay manera de que el Estado desconozca su creación, como sí podría ocurrir en un barrio, donde pueden alegar que no sabían o no pudieron controlarlos. En un centro de reclusión es distinto, porque la prisión debería estar bajo el control del Estado. Está la GNB en el lugar, existe un director y, aún así, hay un gobierno que imponen los presos, mediante un grupo armado con la capacidad de dominar a la población penal.


Tenían un control del tráfico de migrantes, una especie de coyotes

Ronna Rísquez, periodista de investigación

—¿La expansión del Tren de Aragua hacia otras zonas del continente ha debilitado sus operaciones directas en Venezuela?

— No es así. Ellos tienen interés en otros países donde consiguen unas rentas más importantes. Por ello, pueden estar concentrados en eso, pero no diría que descuidaron sus operaciones en Venezuela.


Siguen teniendo operaciones importantes, como las de Bolívar, Sucre y en Aragua mantienen el poder total del estado. Además, cada vez identificamos a miembros del Tren de Aragua en más estados de Venezuela. Tienen presencia en trece y pueden ser más porque todavía se recogen elementos que nos hacen pensar que tienen células en otros estados que no están registrados en ese listado.

—¿Los ingresos del Tren de Aragua pueden ser más importantes que algunas empresas del país?

— Tienen ingresos significativos. Solamente con «la causa», una especie de impuesto semanal que cobran los pranes al resto de la población penal, que tiene que pagar para vivir y no ser execrada y maltratada, pueden generar más de tres millones de dólares al año.

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Es un ingreso bastante alto al que hay que sumarle los otros negocios: la trata de personas, el tráfico de migrantes, el microtráfico de drogas, el tráfico transnacional de drogas, las extorsiones.


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Ronna Rísquez, periodista de investigación

—¿Qué tan importante es la figura de la mujer?

—La figura de la mujer tiene dos funciones. La primera, son las que ingresan a la organización porque se involucran con uno de los líderes o miembros y comienzan a participar en las actividades delictivas, extorsiones, cobro de oro y otras tareas. Por otro lado, las víctimas, porque también muchas mujeres son sometidas por la organización bajo engaño o explotadas en contra de su voluntad.

—La actitud mercenaria del Tren de Aragua al enfrentar a manifestantes y al combatir a otros delincuentes, Wilexis, por ejemplo, ¿cómo puede ocurrir eso?

—Los presos y funcionarios de los cuerpos de seguridad confirmaron en las entrevistas que, en ocasiones, para reprimir las protestas recurrían o sacaban a presos para participar de estas acciones.

Asimismo, el rumor que se generalizó con el tema del Wilexis es que intentaban hacer un contrapeso al poder que desarrollaba en Petare con la idea de enfrentarse y desplazarlo, para sacarlo de ese territorio.

—Antes de la publicación del libro, tú y tu familia fueron amenazados. ¿Puedes hablarnos de esto?

—Recibimos una amenaza por las redes sociales y eso está en investigación. La denuncia se llevó al Ministerio Público.


Tienen personas que controlan el delito de ciertas zonas

Ronna Rísquez, periodista de investigación

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