Por Luz Marina Carrero, del Programa de formación de nuevos periodistas
Valencia.- Con el fin de agradecer favores concedidos, hombres vestidos de pastores y pastorcillas, acompañados de un titiriji y un cachero, realizan un baile con el objetivo religioso de venerar al niño Jesús de Praga, en la parroquia Aguas Calientes del municipio Diego Ibarra del estado Carabobo.
Esta actividad se ha convertido en una de las más importantes para el pueblo carabobeño, que se reúne cada diciembre para festejar la Navidad. Se trata de la segunda manifestación de pastores más antigua de toda Venezuela.
Anthon Mena, presidente de la Asociación de los Pastores de Aguas Calientes, lleva 29 años en esta organización y asegura que es un honor ser pastorcillo.
Ese mismo sentimiento embarga a José Betancourt, quien comentó que la fe al Divino Niño Jesús lo llevó a formar parte de los pastores. Actualmente es el cachero y ha permanecido durante 19 años con este título.
Ángel Rodríguez también cumple con esta tradición desde hace 24 años. Sus inicios fueron gracias a su abuela, quien hizo una promesa cuando él tenía 5 años y ha sido fiel a sus raíces, desde que tiene uso de razón.
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Intercesión por los agricultores
La historia de los Pastores de Aguas Calientes se remonta a 1745. En ese año, este caserío, que vivía de la agricultura, fue atacado por una plaga y con ella se presentó una gran sequía. En busca de la solución, los agricultores elevaron una plegaria al niño Jesús de Praga para que intercediera.
El 1 de diciembre, un aguacero limpió los campos y la normalidad volvió en pocos días. Desde ese momento se tomó esa fecha como referencia para agradecer.
Entre rezos, aguinaldos y parrandas, con la imagen del Niño en un altar, se realizaron las primeras celebraciones, encabezadas por un grupo de personas denominadas pastores del niño Jesús.
En 1752 fue creada la danza propicia de los pastores con una fila de hombres y mujeres con chinecos, sombreros y trajes vistosos. 5 años después, en la visita del obispo Mariano Martí, todo cambió, ya que a las mujeres se les prohibió danzar por considerarse irrespetuoso.
Desde ese momento hasta la actualidad, los hombres asumieron con respeto el puesto de las damas y durante 278 años, esta manifestación cultural y religiosa ha estado presente en el estado Carabobo, sirviendo de inspiración para otras cofradías que veneran al Divino Niño Jesús.
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