Nueve días han pasado desde la intoxicación masiva ocurrida en la invasión Ingenio Hugo Chávez Frías, ubicado en la parroquia El Consejo del municipio Revenga, estado Aragua, donde 15 personas resultaron afectadas, el 18 de febrero, luego de la ingesta de una sopa contaminada con carbamato, un tipo de pesticida altamente tóxico. Hasta la fecha hay más preguntas que respuestas en este caso que ha conmovido y consternado al país.
Una niña de año y medio, hija de Benito Fuentes, el hombre que encontró verduras, carne y una sustancia que parecía sal (y que resultó ser pestidicida), así como la doctora Maryuri Donaye, quien atendió a la infante, fallecieron.
El grupo de intoxicado fue ingresado al ambulatorio de Sabaneta, pero no todos fueron atendidos con la urgencia que el caso ameritaba. Este centro asistencial solo tenía dos personas de guardia. La doctora Maryuri Donaye era una de ellas y resultó contaminada.
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La situación ameritó un segundo traslado desde Sabaneta hasta el Hospital José María Benítez de La Victoria y, luego, un tercero, con 5 pacientes en estado crítico, al Hospital Central de Maracay. Todo ocurrió el mismo 18 de febrero.
Una vez en Maracay la prioridad fue la estabilización de estos 5 pacientes, cuyo primer diagnóstico, ofrecido por el médico toxicólogo José Trujillo, el 19 de febrero, fue a través de una evaluación clínica, ya que en el estado no hay laboratorios toxicológicos especializados para ese tipo de casos.
La experiencia de Trujillo lo llevó a determinar que el envenenamiento fue producto de inhibidores de la colinesterasa por carbamatos. La colinesterasa es una enzima crucial para la transmisión nerviosa en las uniones neuro-musculares y cuando sus niveles son bajos por la excesiva inhibición, el sistema nervioso tiende a funcionar mal y ello puede conducir a la muerte.
Insumos médicos
La falta de insumos y equipos especializados para realizar los exámenes toxicológicos en los centros asistenciales fue un factor determinante para la inadecuada atención de las 15 personas que resultaron intoxicadas en la invasión Ingenio Hugo Chávez Frías.
Los traslados a diferentes hospitales del estado Aragua, luego de ser ingresados al ambulatorio Sabaneta, representó el paso de horas donde la intoxicación ganaba espacio en el organismo de los afectados mientras se lograba estabilizarlos.
Esta situación dejó al descubierto que los centros médicos del Estado presentan carencia de guantes, mascarillas, protectores faciales, jeringas, reactivos y un largo etcétera, y que cuando se trata de casos masivos, el escenario se agrava.
“El ambulatorio de Sabaneta no estaba preparado para recibir a tantos pacientes. El hospital de La Victoria avocó a todo su personal de emergencia para atender estos casos, mientras que en el Central de Maracay llamaron a especialistas externos para evaluar a los enfermos. Los galenos de Aragua trabajan con el corazón, pero sin recursos”, aseguró un trabajador de la salud que pidió mantener su nombre en resguardo.
Según Transparencia Venezuela, en el 2020 el índice de escasez de insumos médicos y medicinas llegó a 80% a nivel nacional. En los sectores más vulnerables esta cifra aumenta y el ambulatorio de Sabaneta es una muestra de ello. Esto es un factor condicionante al momento de brindar una atención médica de calidad y oportuna.
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Economía en crisis
El consumo de una sopa preparada con ingredientes provenientes de un vertedero de basura, lugar donde trabaja Benito Fuentes, fue el detonante de esta tragedia que tiene su punto de partida en la crisis que atraviesa el país. Fuentes, como padre de familia, desempleado, sale a la calle a buscar el sustento diario para su familia, así sea en medio de lo que otros desechan.
En esta oportunidad cargó con papa, auyama, yuca, pollo, carne y lo que creyó era sal, en realidad resultó ser carbamato. Nadie sabe en qué condiciones estaban los alimentos que consiguió en el vertedero, si la yuca era amarga o no, y si la carne estaba en condiciones medianamente aceptables para consumo humano. Benito solo estaba enfocado en proveer de alimentos a su familia, pero terminó causando una intoxicación masiva que acabó con la vida de su pequeña hija, Yonaise Fuentes Arrieta (1 año), y de la doctora, Maryuri Donaye Pineda, quien la atendió.
En Venezuela 79% de la población vive bajo los umbrales de la pobreza extrema, según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), presentada en julio de 2020. La crisis se ha agigantado en los últimos 22 años, el tiempo que tiene el Ingenio Hugo Chávez Frías de fundado y en el que sus habitantes han anhelado que se cumplan todas las promesas de mejoras que les han hecho durante las campañas electorales.
Condiciones preexistentes
La doctora Maryuri Donaye Pineda fue la primera que brindó asistencia a los pacientes provenientes del Ingenio. Tal fue su compromiso que no dudó en realizar resucitación cardiopulmonar a Yonaise Fuentes, sin sospechar que ambas morirían.
La reanimación cardiopulmonar es una maniobra que combina compresiones ininterrumpidas en el pecho con respiraciones de rescate. Yonaise vomitó al momento en que trataban de salvarle la vida y la doctora Donaye se contaminó al tener contacto con los fluidos estomacales que contenían niveles desconocidos del pesticida.
La profesional de la medicina era hipertensa desde su último embarazo hace dos años. Esta condición, sumada a altos niveles de estrés -como los presentados en una situación de vida o muerte- aumentan los riesgos de infartos o eventos cerebrovasculares como el que presentó el 18 de febrero. En el caso de la médica, el ECV fue hemorrágico, el tipo menos común, y sucede cuando un vaso sanguíneo se rompe y sangra dentro del cerebro. En minutos de ocurrir este evento, las células comienzan a morir.
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Maryuri Donaye, especializada en pediatría, es descrita por sus colegas como una profesional abnegada, entregada a su profesión y a la medicina, tanto así que no dudó en hacer lo necesario para salvar una vida, aunque esto costara la suya.
No todo está claro
Los 14 sobrevivientes de la intoxicación en la invasión Ingenio Hugo Chávez continúan bajo vigilancia médica. El grupo permanece recluido entre el Hospital José María Benítez y el Hospital Central de Maracay. Los especialistas médicos que los atienden, auguran mejorías graduales con el paso de las horas.
Mientras el tiempo avanza, la incertidumbre también crece, pues hasta este 28 de febrero no hay una versión oficial de lo ocurrido. Tampoco se conoce el marco de las investigaciones o las conclusiones que estas arrojaron. Lo único que está claro es el dolor que desgarra a dos familias por la pronta e inesperada despedida de seres queridos, en medio de un país marcado por la crisis alimentaria y un precario sistema de salud.
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