La organización criminal Tren de Aragua se ha expandido en toda Latinoamérica a costa de uno de los delitos más atroces: la explotación sexual de mujeres y niñas, especialmente venezolanas, a quienes les ha tocado migrar por las condiciones sociales y políticas del país.

Audios interceptados a esta megabanda, testimonios de mujeres migrantes víctimas de trata y declaraciones de funcionarios oficiales de Colombia, Venezuela, Chile y Perú hacen parte de esta investigación que detalla cómo opera la red criminal, que empezó en Venezuela y se expandió con fuerza en al menos cinco países de la región.

Este especial realizado en colaboración entre El Espectador, de Colombia, y los medios de la Alianza Rebelde Investiga (Runrun.es, El Pitazo y Tal Cual), de Venezuela, revela que los concursos de belleza regionales, las academias de modelaje y las falsas ofertas de trabajo son utilizados como mecanismos de captación de mujeres y niñas por la organización criminal basada en el estado Aragua.

Por: El Espectador – Alianza Rebelde Investiga (ARI)

“Los primeros meses que estuve ahí era carne fresca. Decían ya llego carne fresca, Tiene 17 años, tiene 16. Es una niña. Terminé primero en un estudio webcam por la desesperación, por un hijo al que sacar adelante y no tener un empleo. Nadie está ahí por placer, nadie esta ahí por que le gusta (…) Cuando logras salir es sumamente difícil porque si tienes hijos te amenazan con que van a matar a tus hijos; incluso tu familia en Venezuela no está segura. Las amenazas casi siempre son de muerte”, contó Catalina, migrante venezolana que cayó en manos de una red de trata operada por el Tren de Aragua en Colombia.

Desde 2018, cuando la diáspora venezolana se incrementó (más de 7 millones de personas dejaron Venezuela buscando protección y una vida mejor, según Acnur), por la inestabilidad económica y política del país, esa es una de las realidades más dolorosas y palpables de la crisis. Las cifras oficiales sobre trata de personas con fines de explotación sexual no dimensionan el fenómeno y el subregistro de casos es incalculable. Entre 2018 y marzo 15 de 2023, sólo 147 migrantes venezolanas han sido registradas por el Ministerio del Interior como víctimas de explotación sexual en Colombia.

Catalina es una de las muchas víctimas de este delito que no está en las cifras de las entidades. Migró cuando tenía 16 años, evadiendo los radares de las autoridades migratorias, por la trocha (paso fronterizo irregular) conocida como La Platanera, por los cultivos de plátano que atraviesan el río Táchira hasta llegar a territorio colombiano. Iba con su hijo de brazos, en busca de un trabajo que le permitiera pagar sus gastos y ayudar con dinero a su familia en Venezuela.

En La Parada, en esa frontera porosa en territorio colombiano, en el departamento Norte de Santander, a donde llegaron 7.052 migrantes venezolanas en enero de 2023, según los registros de Migración Colombia, el control territorial no es del Estado colombiano, sino de los grupos armados al margen de la ley. Son varios y responden a diferentes nombres: Rastrojos, Autodefensas Unidas Colombo Venezolanas, Paisas, entre otros, pero según las personas que decidieron dar su testimonio para este reportaje, a condición de reservar su identidad por razones de seguridad, el control de la vida y de los principales negocios se los disputan hoy la guerrilla del ELN y el Tren de Aragua.

El Tren de Aragua es la banda criminal más poderosa de Venezuela, que en los últimos cinco años se expandió en Colombia y en otros seis países de Latinoamérica (Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Brasil y Panamá). Lo ha hecho financiando y engrosando sus redes y estructuras a punta de extorsiones, secuestros, contrabando, tráfico de estupefacientes y trata de personas, con fines de explotación sexual. Pero este último crimen, a diferencia de las películas, con formas violentas desde el comienzo, es de cocción lenta y eso dificulta su investigación.

La trata de mujeres para la explotación sexual es una de las más de 20 economías ilícitas en las que ha incursionado el Tren de Aragua. Esta investigación identificó que la relación de los pranes (presos que lideran las actividades en las cárceles en Venezuela) y la trata de mujeres comenzó entre mediados y finales de la primera década de 2000. Las visitas de familiares y parejas a los privados de libertad se convirtieron en pernoctas con una permanencia prolongada de estas visitantes, que comenzaban los viernes y se extendían todo el fin de semana o varios meses. No había un control institucional sobre esta práctica; esta falencia facilitó que también comenzaran a ingresar mujeres y niñas para ser prostituidas.

La exportación de este delito, a través de los vagones del Tren de Aragua, comenzó entre 2017 y 2018, en los peores años de la emergencia humanitaria compleja de Venezuela. Una funcionaria de la policía judicial indicó que fue durante estos años cuando aumentaron drásticamente las denuncias y detenciones asociadas a este delito.

Aunque no hay cifras oficiales que permitan tener una idea de la gravedad de este delito, la creación de una oficina en la policía científica, dedicada exclusivamente a la investigación de la trata en septiembre de 2022, pudiera ser un indicador del crecimiento que ha tenido esta economía ilícita y la preocupación que despierta en las autoridades.

La mayoría de las víctimas de trata del Tren de Aragua tiene como destino al menos cuatro países de Suramérica: Colombia, Ecuador, Perú y Chile.

En Chile, el grupo criminal parece haber conseguido en la trata para explotación sexual un nicho que permite mover unos 37.000 dólares mensuales sólo en la región de Tarapacá, revela un informe de la fiscalía de esa localidad.

Un funcionario de la policía de Chile, que pertenece a una unidad de élite creada en ese país para investigar al Tren de Aragua, aseguró que actualmente la pandilla venezolana ha concentrado su operación en dos economías ilícitas: el tráfico de drogas y la trata. Estas actividades le generan al grupo criminal importantes rentas; además, en ocasiones obligan a las mujeres captadas para la trata a pasar droga de un territorio a otro.

La fiscal de Tarapacá explicó que fue el desmantelamiento de una red de trata de mujeres venezolanas lo que dio origen a la investigación en Chile sobre la presencia del Tren de Aragua. La funcionaria confirmó que entre las víctimas de la organización criminal hay niñas y adolescentes, y dijo que la edad promedio de las víctimas oscila entre los 25 y 35 años de edad. El patrón se repite en Perú, Ecuador y Colombia.

Aquí se puede leer la primera entrega del especial.

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