El medio colombiano Agenda Propia creó de forma colaborativa una serie documental con periodistas venezolanos en alianza con medios de comunicación del país, entre ellos El Pitazo. Se trata de relatos y sonidos del territorio amazónico que muestran una radiografía de las realidades de los pueblos indígenas en Venezuela y en la frontera sur con Colombia

Mujeres, hombres, niñas y niños que integran comunidades indígenas del estado Amazonas viven y resisten la minería ilegal, la deforestación, la desnutrición, el desplazamiento y los crímenes contra sus defensores. La lucha de las comunidades por no perder sus costumbres es constante.

Este especial de ocho historias es un recorrido sonoro por diversas comunidades, ríos, áreas urbanas y territorios de los pueblos indígenas Yanomami, Huottöja/Uwottüja (Piaroa), Jivi (Amorúa), Yeral y Baré.

En los relatos es común escuchar a mujeres, abuelos, niños y lideresas hablar del conuco como el espacio de siembra y cosecha en medio de la selva o del bosque, lugar sagrado que garantiza no solo su supervivencia física sino también la de sus tradiciones.

La existencia de estos sitios, de donde emergen los alimentos y las plantas medicinales que sostienen la vida y cultura de sus gentes, es uno de los saberes que hoy se encuentran amenazados en los 21 pueblos indígenas que habitan en el Amazonas venezolano.

Como una apuesta por mantener vivas las tradiciones y continuar la siembra, nace la serie documental “Conuco de historias indígenas en resistencia. Un viaje sonoro por la Amazonía venezolana”.

Trabajo colectivo creado durante 6 meses por 20 periodistas, editoras, productores sonoros y narradores gráficos, con la guía editorial de Agenda Propia, en alianza con medios radiales e independientes en Puerto Ayacucho (Venezuela) y Puerto Carreño (Colombia).

El equipo de El Pitazo participó con dos historias: Desplazamiento, el temor de una comunidad Jivi por la explotación de coltán y Pescadores de estrellas, un saber que persiste en el pueblo Baré.

A continuación, presentamos la primera historia.

Un indígena Jivi, en la zona selvática del municipio Atures, teme que la explotación de coltán cerca de su territorio y la guerrilla colombiana del ELN obliguen a su comunidad a desplazarse. Hacerlo, dice, cambiaría las dinámicas de su pueblo, tradicionalmente dedicado a la pesca, la recolección, la cacería y artesanía, como ya les ocurre a otros pueblos Jivi (o Amorúa), que han tenido que migrar.

En 2022, más de 200 personas Jivi atravesaron la frontera hacia Colombia en busca de protección, documentó la Fundación para la Defensa de los Derechos Humanos entre 2018 y 2023. Informó, además, que esa cifra se suma al desplazamiento de 6.000 indígenas de las comunidades Jivi, Huottöja, Yekuana, Sanemá, Yeral y Yanomami.

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